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LiteraturaBiografía

Persio, Aulo Persio Flacco (34-62).

Poeta satírico romano, nacido en Volterra en el seno de una familia acomodada perteneciente al orden ecuestre. Por su origen etrusco y la extracción social de su familia, Persio se crió en un ambiente conservador. A los doce años, se desplazó a Roma para completar su formación: asistió a la escuela de gramática de Remio Palemón y fue discípulo del rétor Verginio Flavo. Pero el maestro que más influyó en la conformación de su carácter fue el filósofo estoico Cornuto, de quien se hizo amigo inseparable. Gracias a Cornuto entró en contacto con Lucano y Séneca y fue él quien además le inculcó un determinado sentido literario, preocupado por la expresión y la precisión de la lengua, que luego aparecería en sus poemas. De acuerdo con la Vida de Persio atribuida a Valerio Probo, el joven poeta mantuvo también una estrecha amistad con Trásea Peto y con otros representantes de la oposición estoica al emperador Nerón. Debido a su muerte prematura, Cornuto fue también el encargado de publicar la única obra de Persio que se conserva, sus Sátiras, que alcanzaron un éxito inmediato.

Obra

Las Sátiras de Persio forman un pequeño libro con seis composiciones y con un total de 620 hexámetros, introducidas por un breve prefacio, los llamados Coliambos. Persio se erige así como continuador de un género propiamente romano, cuyas características habían quedado perfectamente definidas por Horacio en sus Sermones. En el caso de Persio, su espíritu satírico se veía apoyado además en sus profundas convicciones morales y en su postura vital impregnada de estoicismo. Ya desde el prefacio, Persio habla de su personal concepción de la poesía y de su rechazo hacia la moda reinante de una poesía insustancial. De este modo, en sus Coliambos, Persio arremete contra la poesía fruto tan sólo de la inspiración del poeta (con una mención a la habitual oposición entre épica-tragedia y sátira) y reivindica para sus poemas un lugar de honor, por encima de cualquier otro género (incluido el elegíaco), por la carga moral de sus versos.

La Sátira primera vuelve a incidir sobre algunos temas expuestos en el prefacio; en ella, Persio critica muchas de las prácticas literarias de su época. De este modo, él reivindica su preferencia por la sátira moralizante aun cuando ésta no guste al público romano, cuya sensibilidad artística presenta como totalmente desquiciada. Este ataque a la apreciación distorsionada del público sobre la literatura se extiende incluso al comportamiento social de ese mismo público, con lo que la Sátira primera se convierte en algo más que una mera sátira programática o metaliteraria al desarrollar el binomio de gusto literario = comportamiento social.

En la Sátira segunda, Persio ataca la manera tradicional de entender las oraciones y plegarias dirigidas a los dioses; según su opinión, en la mayor parte de ellas sólo hay superstición y simple egoísmo; por otro lado, hay una concepción de la divinidad totalmente equivocada, pues los hombres consideran que los dioses participan de los bienes terrenos. Por ello, Persio propone una mayor honradez y pureza de espíritu como únicas ofrendas posibles a unos dioses que en absoluto se mueven por las mismas pasiones que los mortales. La Sátira tercera contiene una recomendación para el estudio de la Filosofía; para ello, Persio ataca en sus versos a un joven en particular, que no es más que un ejemplo de la juventud romana, dedicada al cultivo del cuerpo y que abandona el estudio de la verdad; de esta forma, el poeta identifica y ataca las enfermedades morales de los jóvenes, el miedo, la ira, la avaricia y la lujuria, que se describen de manera irónica como si fuesen meras enfermedades físicas.

La Sátira cuarta exhorta a un interlocutor ficticio a que se conozca a sí mismo (nosce te ipsum) y a que aprenda a descubrir sus propios defectos antes de criticar a los demás; para ello, Persio recrea al comienzo de su poema una conversación ficticia entre Sócrates y Alcibíades, que le sirve de ejemplo, pues en cierto modo hay una identificación implícita entre su interlocutor y el joven Alcibíades. En el discurso que abarca los versos 1-22, Sócrates recomendaba a su discípulo que se dirigiese hacia un conocimiento certero y abandonase la superficialidad y la popularidad engañosa, mensajes que se retoman al final del poema. La Sátira quinta encierra un elogio a la figura de su maestro y amigo Cornuto; al mismo tiempo, Persio vuelve a reflexionar sobre el género satírico en los primeros versos del poema (1-29). Sin embargo, el tema central es un canto a la libertad moral, que los estoicos distinguían de la libertad civil impuesta por las leyes y sus defensores; por ello, Persio recomienda el estudio de la Filosofía, única ciencia que enseña a distinguir lo bueno de lo malo y, por tanto, a conducir la propia vida por buen camino.

La Sátira sexta y última es un nuevo canto a una vida serena guiada por el uso correcto de las riquezas. El poema adopta aquí la forma de una epístola dirigida al poeta Cesio Baso. Pronto Persio se imagina un conjunto de interlocutores, que defienden la acumulación de riquezas por distintas causas, idea que se contrapone con su defensa de la moderación; así, les va poniendo voz y rebate sus argumentos.

Estilo

En lo que se refiere al estilo de sus sátiras, Persio reivindicaba un estilo llano y natural, cercano al empleado en la conversación entre hombres cultos, pues no en vano las sátiras presentan siempre una estructura dramática más o menos clara. De todos modos, el interlocutor que sirve de contrapunto a los puntos de vista del satírico es un ser totalmente ficticio y responde más bien a una personificación de un público, con lo que la relación entre autor e interlocutor es parecida a la de filósofo-maestro y su audiencia. Esta postura revela además su concepción del género como un instrumento para la exposición de su doctrina moral estoica dirigida a un público amplio, por lo que, en ocasiones, su poema se tiñe del tono agrio de la diatriba. Del mismo modo, su formación retórica le llevó a buscar nuevas metas expresivas: al lado de un uso de la lengua vulgar, propio del realismo de la sátira, Persio introdujo también expresiones y modos de la lengua culta. Pero el rasgo más característico de su estilo es su deseo de dotar a su poesía de precisión y concisión lingüística y su gusto por la metáfora atrevida como procedimiento para satirizar y ridiculizar, lo que hace que sus poemas resulten en ocasiones oscuros y difíciles de interpretar. A estas dificultades hay que añadir además su manera de construir las sátiras en una precipitación de ideas que se encadenan sin ningún nexo fijo: una idea llama a otra e incluso, en ocasiones, la conclusión se presenta desprovista de cualquier argumentación previa. Por todo ello, Persio se ganó desde la Antigüedad el calificativo de poeta oscuro, etiqueta que lo ha perseguido hasta nuestros días.

Bibliografía

  • Ediciones
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Estudios
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Traducciones
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T. Jiménez Calvente.

Autor

  • TJC