Bruno, Giordano (1548-1600).
Filósofo italiano. Es un genuino representante del Renacimiento, inquieto y henchido de entusiasmo por ensanchar el mundo al alcance del hombre. Bruno se verá arrastrado por su optimismo hasta un panteísmo en el que no cabe la distinción entre Dios y el hombre. Signado por un trágico destino que le llevará a morir en la hoguera por no retractarse de sus errores, pasaría a la historia como una especie de héroe del librepensamiento.
Vida y obras
Nacido en Nola, Felipe Bruno, tal era su nombre de pila, cambió su nombre por el de Giordano, al entrar en la orden de los dominicos, cuando tenía 15 años. Ya desde los 18 su espíritu se vio turbado por las dudas que le suscitaban las nuevas doctrinas protestantes. No obstante, se ordenó sacerdote, pero el año 1576 dejó la orden. Comenzó entonces un interminable recorrido por toda Europa. Llegó a Lyon de donde pasó luego a Ginebra. Allí intentó abrazar la doctrina calvinista. Muy pronto, sin embargo, constató que el dogmatismo de los calvinistas era tan fanático como el católico, por lo cual regresó a Francia y en Toulouse se doctoró como maestro de artes. Después de dos años, se trasladó a París donde publicó sus primeras obras, de carácter nemotécnico: De umbris idearum, Cantus circaeus, Sigillus sigillorum y la comedia Il candelaio, que son ya manifestación de su monismo panteísta. De París pasó a Londres donde permaneció dos años y medio y publicó sus diálogos italianos: Cena delle ceneri, De la causa, Principio e Uno, De l'infinito, universo e modi, Spaccio della bestia trionfante, Cabala del Cavallo Pegaso y el Asino Cillenico (estas últimas en tono de sátira imitada después en las polémicas antirreligiosas) y De gli eroici furori. En 1586, viajó a Alemania donde impartió clases en diversas ciudades. En Frankfurt, publicó los poemas latinos: De minimo, De monade, De inmenso et innumerabilibus, y la amplia obra De imaginum compositione. Estando en esta ciudad, fue invitado por el patricio Mocenigo para que volviera a Italia. Pero habiendo sido acusado de herejía ante el Santo Oficio por su propio protector (Mocenigo), fue llevado a Roma y sometido a juicio. Ante la negación a retractarse de sus doctrinas, fue condenado como hereje y quemado vivo.
Aspectos de su doctrina.
El panteísmo
Dos grandes acontecimientos enmarcan la filosofía de Bruno: la revolución copernicana y la Reforma protestante. Las ideas que están en la base de todo su pensamiento son la infinitud del mundo, su unidad y animación (oponiéndose así a la visión aristotélica del mundo finito y diviso), y el rechazo a la autoridad eclesiástica y a la filosofía escolástica. Su concepción del mundo aparece ya en el libro De la causa, donde la materia y la forma son remitidas también a "un ser y una raíz". La forma es el alma universal, cuya principal facultad es el intelecto, que mueve la materia desde el interior, como "artífice del mundo", fabricando desde el interior de la materia todos los cuerpos. Forma y materia no son dos sustancias, sino más bien dos aspectos de la sustancia única, la naturaleza, imbuida de carácter divino. A pesar de este panteísmo, hallamos también en Bruno una doctrina de la trascendencia: más allá de la Mente inherente a las cosas, de la que se ocupa la filosofía, existe una Mente sobre las cosas, que en su esencia escapa al pensamiento filosófico.
El universo infinito
En la nueva teoría copernicana, que rechazaba el geocentrismo ptolemaico y la teoría aristotélica de las esferas, Bruno encuentra un magnífico apoyo para su teoría de la infinitud y unidad de la naturaleza. Guiado no tanto por las novedades científicas en el campo de la cosmología cuanto por las consecuencias que implicaban en el campo filosófico, fue un abierto defensor de las mismas. El universo para él no es heliocéntrico, sino omnicéntrico (siguiendo en esto el pensamiento de Nicolás de Cusa). En este universo lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño coinciden, lo mismo que el amor y el odio, la geración y la corrupción.
Religión natural y ética racional.
Para Bruno el verdadero conocimiento no es más que la intuición directa del principio único del que parten todas las especies y números, la "mónada". Pero ese principio divino no se manifiesta sólo en el perfecto conocimiento, al que pocos llegan, sino también en las virtudes civiles, exaltadas en la obra Spaccio della bestia trionfante. En esta obra ensalza también el valor del trabajo, por medio del cual el hombre somete la materia a la inteligencia. La religión que propone Bruno es una religión puramente natural o racional, capaz de llevar al hombre hasta la naturaleza, divinizarlo con ella. Para Bruno las religiones positivas son útiles para organizar la vida de los hombres, pero siempre tienen que ser valoradas a la luz de la religión natural, que para él forma un todo con la filosofía.
Bibliografía
-
VÉDRINE, H.: La conception de la nature chez G. Bruno (París: 1967).
-
AQUILECCHIA, G.: Giordano Bruno (Roma: 1971).
-
MONDOLFO, R.: Tres filósofos del Renacimiento: Bruno, Galileo, Campanella (Buenos Aires: 1968).