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FilosofíaBiografía

Abenmasarra (883-931).

Filósofo árabe, nacido en Córdoba en 883 y muerto en 931. Los dos libros en los que expone su doctrina, Kitab al-absar ("Libro de la explicación") y Kitab al-huruf ("Libro de las letras"), se han perdido, pero es posible reconstruir su doctrina a partir de testimonios.

Formó en Córdoba un círculo ascético-místico que le hizo sospechoso de heterodoxia, y tuvo que partir con algunos de sus discípulos al norte de África. Llegó hasta Medina y La Meca, y regresó a Córdoba durante el reinado de Abd al-Rahman III. La escuela que formó se llamó "escuela masarrí", y tuvo dos centros principales en el seno de la España musulmana: Córdoba y Pechina (Almería). Los miembros de esta escuela, que en ocasiones ampliaron considerablemente la doctrina de su maestro, predicaban una especie de comunismo contrario a cualquier tipo de propiedad privada y negaban toda posibilidad de ciencia divina.

En concreto, la doctrina de Abenmasarra estuvo influida por el neoplatonismo de Filón y, sobre todo, de Plotino, así como por el gnosticismo. Concibió a Dios como Unidad suprema, cuyo conocimiento sólo se alcanza por vía mística. Antes de producirse el mundo, la Unidad estaba rodeada por la materia primera, de la cual surgen después todas las cosas; así, las cosas no proceden directamente de Dios, pues la perfección de éste se vería manchada si se relacionase directamente con lo producido. Dios simplemente actúa sobre la materia primera, y es entonces cuando se producen una serie de emanaciones de las que surge, en primer lugar, el Intelecto Universal, poseedor de toda la ciencia. De éste, emana el Alma Universal, y de ésta la Naturaleza pura. Entonces se produce la materia segunda, de la que surgen el Cuerpo universal y las restantes cosas que pueblan el mundo. Así, Abenmasarra configura el cosmos en cinco columnas: materia prima, Intelecto Universal, Alma Universal, Naturaleza pura y materia segunda.

Defendió el libre albedrío humano y recomendó usarlo de modo que llevara a la consecución de la felicidad eterna o liberación de las ataduras corporales, para lo que propuso una serie de reglas espirituales como la humildad, la oración, la penitencia y la mortificación. El alma humana que se caracteriza en la doctrina de Abenmasarra aparece prisionera de las contradicciones de lo múltiple de la naturaleza, y tan sólo ansía volver a la pureza primitiva de Dios, luz suprema de la que se ha visto separada y a la que volverá en la resurrección, una vez abandonado el cuerpo material que la alberga.

Autor

  • Anabel.