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HistoriaPolíticaBiografía

Ordoño I. Rey de Asturias (821-866)

Ordoño I, rey de Asturias. Plaza de Oriente. Madrid.

Undécimo rey de Asturias desde el año 850 hasta la fecha de su muerte. Nacido probablemente en Oviedo en el año 821 y muerto en esta misma ciudad el 27 de mayo de 866.

Síntesis biográfica

Hijo de Ramiro I ocupó el trono astur a la muerte de su padre en el año 850, tras haber ocupado el puesto de gobernador de Galicia. En los 16 años que permaneció en el poder, Ordoño aprovechando la crisis que se vivía en al-Andalus amplió notablemente las fronteras de su reino, ya que llevó a cabo la repoblación de las ciudades de Astorga, Amaya, Tuy y León, aunque tuvo que enfrentarse en repetidas ocasiones a los ejércitos cordobeses, obteniendo resultados desiguales. Además de los enfrentamientos con los musulmanes cordobeses, en diversas ocasiones se enfrentó a las tropas del gobernador de Zaragoza, Musa ibn Musa, al cual derrotó en la famosa campaña de Albelda. Casado con Muniadora a su muerte el trono fue ocupado fue su hijo primogénito Alfonso III el Magno.

Reinado de Ordoño I

Hijo del monarca asturiano Ramiro I y de la primera esposa de éste, pasó los primeros años de su vida en la que probablemente fue su ciudad natal Oviedo, en la corte del protector de su padre, el también monarca Alfonso II el Casto. Ordoño en su calidad de hijo primogénito debió ocupar una posición destacada desde su nacimiento, puesto que el mencionado Ramiro probablemente desde su juventud fue asociado al trono y el rey Casto expresó en diversas ocasiones su deseo de que a su muerte, éste ocupara su trono, puesto que no tenía descendientes, a pesar de que hasta ese momento la corona había conservado su carácter electivo. En el año 830, tras el nombramiento de Ramiro como gobernador de Galicia, Ordoño que contaba en aquel tiempo con 9 años, acompañó a su familia a tierras gallegas. Instalada la corte del gobernador en Lugo, fue en esta ciudad donde Ordoño completó su educación, la cual debió ser esmerada, e inició su formación militar, donde muy pronto destacó por sus grandes habilidades en el manejo de las armas.

Los años siguientes la vida de Ordoño debió ser cómoda en Galicia, ya que su padre lejos de encontrar oposición a su gobierno, formó un sólido grupo de colaboradores, los cuales le dieron prueba de su lealtad posteriormente. De este modo hay que señalar que Ordoño desde su adolescencia debió acompañar a su padre, probablemente con el fin de familiarizarse con el funcionamiento de las distintas instituciones y sobre todo en los complicados engranajes que conformaban la vida de la corte. Así gracias a su gran preparación, su padre le encomendó que se hiciera cargo de las funciones de gobernador mientras él acudía a las Vardulias en el año 842, para contraer matrimonio con la que sería su segunda esposa, Paterna. Mucho cambió entonces la vida del joven, puesto que poco tiempo después se conoció la noticia de que Alfonso II había muerto en Oviedo, por lo que todo parecía indicar que la proclamación de Ramiro sería inminente. Desafortunadamente para Ramiro el encontrarse alejado de la corte en el momento del fallecimiento del monarca, estuvo a punto de truncar sus aspiraciones, ya que un noble llamado Neopocioano, contando con el apoyo de un grupo de notables, se hizo proclamar rey de Asturias. Ordoño debió participar en las tareas para organizar el ejército que su padre pretendía utilizar en contra de Neopociano, aunque no marchó junto a él, sino que se quedó en Galicia, ocupando el mencionado puesto de gobernador, puesto en el que fue confirmado ese mismo año, tras el advenimiento al trono de Ramiro I.

Firmemente asentado en como gobernador, a la edad de 26 años, en el año 847, Ordoño contrajo matrimonio con una noble de la región, posiblemente una hermana del conde del Bierzo, Gatón, llamada Muniadona o Muña. Dicho matrimonio tuvo una abultada descendencia, ya que según ha quedado registrado en diferentes crónicas, Ordoño fue padre en al menos 6 ocasiones y entre sus descendientes, destaca por su importancia su hijo primogénito, el futuro Alfonso III el Magno.

El 1 de enero del 850 murió Ramiro I en Oviedo, tras ocho años de reinado, siendo sucedido por su hijo Ordoño, el cual fue el primer monarca asturiano en heredar el cargo, sin previa elección. Poco después de su proclamación tuvo que hacer frente a una sublevación de los vascones, los cuales contaron al parecer con el apoyo de los Banu Qasi, en aquel tiempo gobernadores de Zaragoza. A pesar de lo cual Ordoño I logró someter a los rebeldes, aunque cuando se encontraba de regreso a Oviedo recibió la noticia de que un ejército musulmán tenía intención de atacar la región de las Vardulias. Dicho ejército no logró su propósito y se vio obligado a regresar a al-Andalus, tras ser frenado por Ordoño a las orillas del Ebro.

A pesar de sus victorias no mejoró la situación del monarca astur, ya que tras estas campañas el gobernador de Zaragoza, Musa ibn Musa (800-862) decidió construir una fortaleza en la ciudad de Albaida, actual Albelda, la cual suponía un enorme peligro para los intereses de Ordoño, ya que los siempre levantiscos vascones podrían aprovechar la circunstancia para unirse a los Banu Qasi en su contra. De este modo rápidamente reorganizó el monarca su ejército y se dirigió a la fortaleza, con la intención de destruirla, así tras levantar su campamento en los alrededores de la mencionada ciudad comenzó su asedio. Musa ibn Musa acudió rápidamente en auxilio de sus hombres, pero tras una dura batalla este tuvo que retirarse mal herido y la ciudad fue arrasada.

No hay duda que la compleja situación política que se vivió en al-Andalus en aquellos años fue hábilmente aprovechada por Ordoño I, el cual emprendió importantes campañas para acrecentar sus dominios. De este modo en el año 854, tras producirse la sublevación de Toledo, no tardó en enviar un ejército en su auxilio, el cual fue dirigido por su cuñado el mencionado conde del Bierzo, Gatón, aunque la campaña no obtuvo el éxito que éste esperaba, ya que el propio emir cordobés, Muhammad I (823-886), acudió para sofocar la rebelión, derrotando a los ejércitos toledanos y asturianos en la batalla de Guadalete. Hay que tener en cuenta que a pesar de lo que afirman las crónicas musulmanas las pérdidas de los cristianos no debieron ser tan elevadas, ya que el conde del Bierzo participó en importantes campañas poco después y Toledo conservó su independencia. Pero no todo fueron derrotas para los ejércitos de Ordoño, ya que poco tiempo después de este altercado, éste organizó varias expediciones, que tuvieron un notable éxito. Así inició una incursión por tierras de al-Andalus llegando a ocupar ciudades como Salamanca o Coria, donde tomó prisionero a su gobernador y ordenó a algunos de sus hombres de confianza que tomaran medidas para llevar a cabo la reconstrucción de las murallas de importantes ciudades, que aunque habían sido reconquistadas en tiempos de Alfonso I el Católico no habían sido pobladas, como es el caso de Tuy, Astorga, León o Amaya, las cuales se encontraban repobladas aproximadamente en el año 863.

En este sentido hay que destacar que Muhammad I intentó castigar la audacia del rey cristiano y envió dos expediciones sucesivas en su contra en el año 862 y el 863. Sólo conocemos los pormenores de la segunda, en la cual parece que los ejércitos musulmanes penetraron por la zona de Alava y la primitiva Castilla y atacaron la región de Miranda, tras lo cual fueron sorprendidos por los ejércitos de Ordoño, que cortaron su retira hacia el sur. Así probablemente en Pancorvo tuvo lugar una sangrienta batalla, que debió tener consecuencias desastrosas para los cordobeses, ya que éstos no iniciaron ninguna expedición el año siguiente (864). Aunque el emir logró enviar años después un ejercito, formado por soldados de toda al-Andalus, que destruyó la fortaleza cristiana de Frías.

No se vio libre tampoco Ordoño de los ataques de los piratas normandos, ya que entre los años 858 y 861 estos realizaron numerosas incursiones en la Península Ibérica, así intentaron atacar las costas gallegas, aunque estos fueron rechazados por el conde Pedro. De este modo podemos afirmar que los 16 años que Ordoño permaneció en el poder fueron años de profunda inestabilidad, aunque en opinión de los cronistas cristianos gracias al gran tesón demostrado del monarca, el reino de Asturias logró ampliar notablemente sus fronteras.

Los últimos años de su vida Ordoño no pudo participar activamente en las campañas defensivas llevadas a cabo en contra de los musulmanes, aunque su círculo de colaboradores siempre tuvo muy en cuenta las opiniones del monarca. De este modo enfermo de gota, su salud se fue debilitando poco a poco, hasta que dicha enfermedad le provocó la muerte el 27 de mayo de 866, a la edad de 45 años. Descrito en la crónica elaborada por su hijo, Alfonso III, en la versión dedicada a Sebastián (Ad Sebastiarum) como un hombre de gran paciencia y moderación, a su muerte el trono asturiano fue ocupado por el citado Alfonso III el Magno.

Bibliografía

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Autor

  • Cristina García Sánchez