A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
HistoriaBiografía

Mazeppa, Iván Stepànovic (1644-1709).

Caudillo militar ucraniano nacido en Matzepintzi (una aldea cercana a Kiev) hacia el año 1644 y fallecido el 22 de septiembre de 1709 en Bender (Moldavia). Héroe militar de los cosacos ucranianos, su figura histórica ha encontrado el parangón adecuado en otros ámbitos culturales, lo que contribuyó a engrandecer su leyenda dentro de su Ucrania natal, pero también en los ambientes románticos de la Europa coetánea.

Nacido en el seno de una familia de la aristocracia cosaca, fue educado en el colegio jesuita de Lodz (Polonia); su capacidad intelectual, sus buenas maneras corteses y su valía militar le sirvieron para encontrar acomodo en la corte del rey polaco Juan Casimiro, donde entró en el servicio como paje de cámara. Poco tiempo después, en 1663, ciertas desavenencias en la corte polaca le hicieron aceptar el ofrecimiento de Piotr Doroshenko, noble polaco de origen ucraniano, atamán (dirigente cosaco) de Ucrania occidental. Además de prestar un inmejorable servicio de armas a Doroshenko por la unidad de los cosacos ucranianos, la primera de las leyendas alrededor de Mazeppa cuenta que la esposa de Doroshenko cayó rendida a los encantos del vigoroso militar; cuando el marido sorprendió a la pareja en flagrante adulterio, castigó a Mazeppa a cabalgar desnudo sobre un caballo salvaje hacia una muerte segura. No obstante, el indómito cosaco sobrevivió al viaje y se repuso de sus heridas en Kiev. Hacia 1670 otro de los atamanes ucranianos, Yván Samoilovic, le entregó el mando de sus tropas, al frente de las cuales Mazeppa combatió contra rusos, otomanos y polacos para preservar la identidad territorial de Ucrania, un verdadero islote pretendido por sus voraces y enemigos vecinos.

En 1675 su entonces mentor, Samoilovic, fue destituido de su puesto por una presunta negligencia cometida al albur de una incursión tártara en el territorio de su mandación. Aunque era el rey de Polonia quien elegía al sustituto de un atamán, la aclamación popular hizo que Mazeppa detentase el cargo durante varios años en los que no sólo frenó a los tártaros sino que consiguió hacer de Ucrania una verdadera potencia militar. Estos servicios le valieron, en 1687, el nombramiento de atamán de Ucrania oriental. Su primera acción al frente del nuevo puesto fue la participación, al lado de tropas rusas, en la guerra contra los turcos. En San Petersburgo no se fiaban del cosaco ucraniano, al que consideraban un salvaje que, tarde o temprano, se enfrentaría a Rusia por conseguir la independencia de su país. A pesar de esta desconfianza, el zar Pedro el Grande siempre valoró positivamente la ayuda militar del atamán, prácticamente invencible al frente de sus diablos con coleta, como eran conocidos los cosacos en la Rusia zarista.

Al año siguiente, y a pesar de haber encabezado varios intentos secesionistas en Ucrania, el hábil Mazeppa quiso congraciarse con el zar ruso prestándole apoyo en la Gran Guerra del Norte, entablada entre las dos potencias más poderosas de la zona, Rusia y Suecia. El conflicto era claramente favorable a Rusia, sobre todo después de que las tropas de Mazeppa destrozaran a los suecos en Baturin, que era, además, la residencia habitual del atamán ucraniano. En una de las treguas del conflicto, la paz de Altranstädt (1706), firmada entre rusos y suecos, Mazeppa recibió una delegación nórdica, enviada por su rey Carlos XII, portadora de una oferta suculenta: cambiarse al bando sueco a cambio de la independencia de su país. De esta forma, Mazeppa abandonó al zar Pedro por alcanzar el anhelo independentista para Ucrania; la baja era preocupante, no tanto en lo individual (aunque también otra leyenda habla de las amargas lágrimas de Pedro el Grande tras enterarse de la deserción de su mejor guerrero), pero sí en lo colectivo, ya que con Mazeppa peleaban todos los cosacos del este y del sur, y la pérdida, pues, debía valorarse como si un tercio del ejército ruso se hubiese pasado al enemigo.

El comandante en jefe de las tropas zaristas, Dimitri Menschicov, no tuvo en consideración ni las supuestas lágrimas de Pedro ni los antiguos servicios del atamán cosaco. En octubre de 1708, Menschicov encabezó un ejército que se dirigía hacia Baturin, residencia palaciega de Mazeppa donde se estaba reuniendo el grueso de las tropas cosacas (unos 7.000 jinetes). El choque, con el que el ruso pretendía desmontar la quinta columna de Mazeppa, no se produjo porque el atamán fue alertado por varios espías de lo que se avecinaba, y consiguió unirse en territorio seguro con todos sus hombres. A pesar de ello, sólo había sido una demora, ya que ambos contingentes, el ruso y el nórdico-cosaco, se enfrentaron en la batalla de Poltava el 28 de junio de 1709, un choque en el que los rusos aplastaron al enemigo totalmente. Los dos dirigentes vencidos, Mazeppa y el propio rey Carlos XII, huyeron hacia Bender, gobernada entonces por el imperio otomano, donde se les ofreció un salvoconducto a cambio de una futura alianza triple para combatir el poderío zarista. Mazeppa nunca saldría de la hoy ciudad moldava, pues las heridas en el conflicto le causaron la muerte, sin que llegase a ver su ansiado deseo de independencia ucraniana hecho realidad.

Muerto el hombre, nació la leyenda. La sugerente y atractiva, en términos generales, historia del cosaco fue tomada como tema de inspiración por numerosos literatos románticos de la época posterior, con el objeto de loar la figura del héroe. Por esta razón, además de la lógica y congruente veneración de su figura por parte del pueblo ucraniano, Mazeppa fue uno de los modelos artísticos más acusados de los siglos XVIII y XIX: el francés Víctor Hugo y el británico Lord Byron compusieron emocionados versos a su epopeya; los pintores franceses Chaesérian y Horace Vernet dibujaron en sus lienzos la efigie del luchador por la libertad; y su paisano Bulgarin compuso una serie novelada basada en su vida, relato que, alejándose del furor heroico del romanticismo y engarzando la leyenda con tiempos más actuales, sirvió de base para el guión cinematográfico del film norteamericano Taras Bulba (1962), que sirvió, aún sin declaración explícita, para exaltar la figura de Mazeppa en el propio siglo XX. En cualquier caso, quizá sea el compositor ruso Tchaikovski el más destacado exponente de la leyenda del cosaco, al dedicarle una de sus óperas más famosas, Mazeppa, compuesta entre 1881 y 1883.

Autor

  • Óscar Perea Rodríguez