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HistoriaBiografía

Lucas de Iranzo, Miguel, Condestable de Castilla (¿-1473).

Aristócrata castellano, condestable de Castilla en el reinado de Enrique IV y uno de los ejemplos más extraños del convulso siglo XV castellano, puesto que destacó por una cualidad de la que no andaban sobrados sus compañeros de grupo social en el período citado: la lealtad.

La entrada en la corte de Enrique IV

Miguel Lucas de Iranzo nació en Belmonte y sus orígenes eran más bien modestos. Pese a ello, supo hacerse un lugar entre el séquito del Marqués de Villena, don Juan Pacheco, debido a su proverbial templanza y bondad de carácter. La unión de objetivos políticos establecida entre el marqués de Villena y el príncipe de Asturias, el futuro Enrique IV de Castilla, provocó la entrada de Miguel Lucas de Iranzo en la corte de este último como paje de su alteza, lo que motivó una profunda amistad entre ambos. Lucas de Iranzo, al igual que otros poderosos personajes de la aristocracia castellana del siglo XV (verbigracia, Álvaro de Luna), pertenece a los denominados continos, personas de criazón regia ligadas al séquito del monarca desde temprana edad y que, con el paso del tiempo, ocuparon puestos de gran responsabilidad en el tímido organigrama del estado feudal.

A raíz de su amistad con el monarca, las mercedes y honores dispensadas por éste a su favor le encumbraron como uno de los más poderosos hombres de su tiempo: aunque no se puede precisar con exactitud, se conoce que antes de 1455 era Halconero Mayor del Reino, Chanciller Mayor de Castilla y alcaide de las fortalezas de Alcalá la Real y Jaén. Precisamente en ese año (12-VI-1455), Enrique IV le nombró caballero y miembro del Consejo Real, con lo que no sólo encumbraba al hombre sino que hacía noble su linaje y descendencia.

El nombramiento de condestable

La buena disposición y los leales servicios que Miguel Lucas de Iranzo prestó desde sus altas responsabilidades provocaron, el 18 de agosto de 1455, su nombramiento como corregidor de Baeza. Pese a que entre 1455 y 1457 existió alguna desavenencia con el voluble monarca castellano (incluidas noticias acerca de un más que posible encarcelamiento del corregidor), lo cierto es que su cúspide llegó el 25 de marzo de 1458, cuando fue nombrado condestable de Castilla, cargo que permanecía vacante desde que su último ocupante, Álvaro de Luna, fuese degollado en Valladolid (1453). La arisca nobleza castellana reaccionó con inquietud ante este hecho, pues temían que, al igual que ocurriese con el anterior, el nuevo condestable aprovechara el mando supremo de las tropas castellanas para convertirse en el nuevo rector de los designios monárquicos. Sin embargo, Miguel Lucas de Iranzo optó por retirarse a la región fronteriza de Jaén, bien obligado por las intrigas del marqués de Villena (principal damnificado de la nueva situación) y del resto de nobles, bien por un exceso de celo en su cometido militar, apoyada esta última hipótesis por el desprecio que Lucas de Iranzo mostró siempre hacia la vida cortesana.

En la ciudad jienense destacó por su gran habilidad a la hora de fortificar y defender la ciudad, así como por organizar unas elevadas tropas de caballeros de cuantía que, en número aproximado de 1.200 jinetes, acompañaron a las tropas castellanas en la campaña contra el reino de Granada acontecida en 1464, con el condestable Iranzo, tal y como correspondía a su rango, a la cabeza de los ejércitos cristianos con la complacencia de Enrique IV.

La muerte del buen condestable

Los celos que despertaba la saludable posición de Iranzo al lado del rey no podían menos que, pese a la considerable distancia que le separaba de las intrigas palaciegas, mostrarle el camino de su fin. Paradójicamente, también la lealtad de la que siempre hizo gala fue uno de los motivos de ello: Jaén siempre fue un baluarte enriqueño en las luchas nobiliarias que enfrentaron al monarca castellano contra sus antiguos aliados, en especial el marqués de Villena y su hermano, Pedro Girón, maestre de la orden militar de Calatrava. Es muy posible que ambos dos aristócratas estuviesen detrás de su asesinato, ocurrido en la iglesia mayor de Santa María (Jaén) en 1473, mientras que asistía a misa con su esposa, doña Teresa de Torres. La excusa para formar el grupo de rufianes que provocó la muerte fue una de las más burdas y usadas (nuevamente, al igual que don Álvaro de Luna): su política de protección hacia los judíos. Aunque pueda parecer lo contrario, la excusa es burda porque, salvo en contados momentos de exaltación anti-hebrea, la política de los monarcas castellanos siempre fue la de proteger a un grupo con status especial en la corona, grupo que no sólo prestaba excelentes servicios a la administración sino que también contribuía al erario de la corona con cuantiosas sumas procedentes del impuesto especial al que estaban sometidos: la cabeza del pecho de los judíos. Tras su fallecimiento, la inquebrantable lealtad de Miguel Lucas de Iranzo pasó a la leyenda y a la copla popular, como lo demuestra el Cancionero compilado por Hernando del Castillo (1511):

"Lealtad, ¡oh lealtat!
Lealtad, dime, ¿do stás?
Vete, rey, al Condestable
Y en él la fallarás.
Porque en todos tus criados
otro tal no me darás
y en el regaço de aquéste
a buen sueño dormirás
[...]" (TORRES FONTES, op. cit. p. 74)

Bibliografía

  • TORRES FONTES, J. Los condestables de Castilla en la Edad Media. (Separata del AHDE: Madrid, 1964-65).

  • SUÁREZ FERNÁNDEZ, L. Los Trastámaras de Castilla y Aragón en el siglo XV. (Madrid: vol. XV de HISTORIA DE ESPAÑA. Dir. Menéndez Pidal, 1968).

Autor

  • Óscar Perea Rodríguez.