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ReligiónLiteraturaBiografía

Li Bai o Li Bo (701-762)

Poeta chino perteneciente al período de la dinastía Tang, nacido en el año 701 de la era cristiana. Autor de una fecunda producción lírica (compuesta por más de un millar de poemas) que sobresale por su tono intimista y sus preocupaciones filosóficas y espirituales, está considerado, junto con Wen T'ingyun (812-870) y Li Yu (937-978), como uno de los principales poetas de dicho período. Entre sus muchos méritos, conviene destacar también su contribución -sumada a la del escritor de la generación posterior Bay Juyi (772-846)- al nuevo género poético denominado ci, consistente en una composición cantada que, aunque inserta en la tradición de los yuefu, se distancia notablemente de sus orígenes arraigados en la música popular, para presentarse ya como el producto de la elaboración artística de un autor culto.

Son muy escasos los datos biográficos fiables que, referidos a Li Bai, han llegado hasta nuestros días, ya que el propio poeta se complugo, en vida, en urdir fantasiosas mixtificaciones con sus propias vivencias. Este juego consciente de invenciones y confusiones le llevó, incluso, a fantasear con sus orígenes familiares, a los que remontó en el pasado hasta hacerlos confluir en la figura de Li Er, nombre por el que era conocida una de las advocaciones del venerado filósofo Laozi (en chino, 'viejo maestro'), autor del célebre Dao De Jing (Libro del camino y la virtud), sobre el que pronto se asentarían las bases de la escuela filosófica y espiritual conocida por Taoísmo. Quedaban, así, patentes -por vía de esta supuesta descendencia-, las inquietudes religiosas de Li Bai

Lo cierto es que, además de esta preocupación espiritual, el futuro poeta mostró desde su temprana juventud una acusada inclinación hacia el estudio de los grandes autores clásicos, lo que después no se tradujo -en una evolución profesional ciertamente insólita en la China de su tiempo- en el desempeño de algún cargo elevado dentro del complejo entramado funcionarial de la administración del país. Ajeno a estas aspiraciones laborales que ocupaban el pensamiento de los jóvenes brillantes de su época, Li Bai se entretenía, en cambio, desde los quince años de edad en la elaboración de sus primeros poemas, que cada vez le introdujeron más en el estudio de la creación artística y en el conocimiento de las doctrinas espirituales de sus mayores. Así las cosas, a los veinte años de edad dejó el hogar familiar y se consagró plenamente al estudio del taoísmo, lo que le obligó a realizar continuos desplazamientos por todos los rincones de China, en el curso de los cuales conoció a los grandes maestros del taoísmo, al tiempo que continuaba desplegando su infatigable labor de creación poética.

Esta andadura errante tocó a su fin en el año 743, cuando el emperador chino nombró a Li Bai poeta de la corte. Asentado, pues, en Chang'an (la actual Xian), donde a la sazón se hallaba emplazada la capital imperial de la dinastía Tang, el poeta oficial apenas logró permanecer por espacio de tres años entre los cortesanos y funcionarios que le rodeaban, ya que, al igual que su colega el escritor, pintor y calígrafo Wang Wei (699-759), se vio implicado en la conjura del fallido golpe de estado planeado por el militar de origen turco An Lushan (703-757).

Abandonó, tras esta crisis política, la corte del emperador Xuanzongy entregó de nuevo a una vida errante, bohemia y literaria que, poco a poco, fue sembrando sus últimos días de una confusión legendaria parecida a la que reina en sus orígenes y sus primeros años de existencia, aunque ahora deformada, más que por influencias religiosas, por imaginativas leyendas de acusado aroma poético. Y así, entre otras aseveraciones muy difíciles de contrastar por los historiadores de la literatura, se aseguró durante muchos años que Li Bai perdió la vida en el transcurso de una iluminada borrachera nocturna, cuando se arrojó al agua desde la barca en que navegaba para abrazarse a la luna reflejada sobre la serena superficie de un lago.

Tal vez esta versión -cierta o incierta- tan literaturizada de su muerte haya sido inspirada por uno de los poemas más célebres de Li Bai, en el que el grato recuerdo de los placeres de la bebida se entrevera con el lamento ante la separación y con la llamada, poderosa y abismal, de las profundidades acuáticas: "Aún queda vino / del que bebíamos hace un momento, / y ya estarás de huésped en tierras extrañas. / Sueño contigo, pero no te encuentro./ Triste contemplo el azul del agua". En cualquier caso, sirven estos bellísimos versos del poeta chino para introducir aquí las principales características formales de su extenso corpus lírico, en el que aparecen indistintamente poemas del denominado estilo antiguo (configurado por composiciones de versos pentasilábicos y heptasilábicos, de rima libre y agrupados formando cuartetos), y poemas del estilo moderno (con estrofas compuestas por cuatro u ocho versos, también pentasilábicos y heptasilábicos, en las que el rasgos distintivo viene marcado por la presencia de un orden de tonos fijos). Respecto a los contenidos de sus poemas, cabe reseñar una gran variedad temática que, en líneas generales, se inscribe dentro de la heterodoxia argumental dominante en la poesía china de la época; no obstante, en los poemas de Li Bai aparece siempre como seña de identidad un acusado tono intimista que, desde la contemplación de los hechos externos más variopintos, conduce inevitablemente a la introspección y la reflexión espiritual: "Hermosa es la música del vacío, / pero mejor se oye el lamento de los monos negros. / Sé que estoy lejos / De las cosas de este mundo".

Esta constante reconducción de la mirada hacia el propio interior venía inspirada, claro está, por la doctrina taoísta, y muy especialmente por las obras de los filósofos Zhuang-Zhi (305-275 a.C.) y Lie-zi, cuyos libros capitales -respectivamente, Zhuangzi y el Libro de la perfecta vacuidad- fueron lecturas indispensables en la formación académica y religiosa del joven Li Bai, y siguieron guiando su andadura y sus comportamientos a lo largo de toda su vida. En ambas obras aparece, explícita, la condena de las pautas sociales y los usos culturales establecidos, contemplados por los dos maestros taoístas como rígidas barreras que coartan el desarrollo espiritual y la libre expresión del individuo. Partiendo de estas fuentes, Li Bai refleja en su poesía una concepción del orden vigente como un elemento corrupto y castrados, por lo que propone quebrantarlo hasta alcanzar la sabiduría necesaria para el cuidado exigido por el cuerpo y, sobre todo, para el libre ensimismamiento en la contemplación y la meditación. Con estas nociones sobre el "auto-olvido", tanto el Zhuang-zi como el Libro de la perfecta vacuidad, desde sus coordenadas filosóficas y religiosas, dieron un impulso decisivo al desarrollo de la sensibilidad artística durante el período Tang, invitando a los intelectuales y creadores a enfrascarse en la contemplación serena de la naturaleza, en el culto a la intimidad y en el disfrute de la unión intuitiva con el Tao.

J. R. Fernández de Cano.

Autor

  • JR.