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LiteraturaBiografía

Ionesco, Eugène (1909-1994).

Dramaturgo, ensayista y narrador francés de origen rumano, nacido en Slatina (a unos ciento cincuenta kilómetros de Bucarest) el 26 de noviembre de 1909 (o el 13 del mismo mes, según el calendario ortodoxo) y fallecido el 29 de marzo de 1994, que está considerado como uno de los padres del teatro del absurdo y, sin lugar a dudas, como uno de los mayores dramaturgos en lengua francesa de todos los tiempos.

Se licenció en Letras en la Universidad de Bucarest y fue profesor de francés en el instituto de la misma ciudad. Después de colaborar con diversas revistas de su país natal se trasladó a Francia para realizar una tesis doctoral sobre Baudelaire. En la capital francesa se relacionó con el grupo literario reunido en torno a la revista Les Cahiers du Sud. Tras el estreno de su obra maestra, La cantante calva (1950), obtuvo la nacionalidad francesa y estuvo vinculado al "Còllege de la Pataphysique", que representaba la vertiente más experimental de la literatura gala. Reconocido ya como un clásico vivo de las Letras universales, en 1970 fue elegido miembro de número de la Académie Française, entre otras muchas distinciones nacionales e internacionales.

La obra de Eugène Ionesco supone una nueva dramaturgia caracterizada por la escasez de la intriga, una puesta en escena que explota generalmente lo grotesco, el rechazo de la verosimilitud y, sobre todo, el juego con el lenguaje, cuyo desgaste y descomposición evidencia la incomunicación, la soledad y el absurdo existencial, todo ello envuelto en la presentación humorística y burlesca de los aspectos más triviales. En su obra maestra, La cantatrice chauve (La cantante calva, 1950), definida por el propio Ionesco como "anticomedia", los diálogos de los personajes son meros sonidos o frases sin sentido pronunciadas en el universo irreal de un típico salón burgués. Las comedias en un acto La leçon (La lección, 1951), Les chaises (Las sillas, 1952) y Victimes du dévoir (Víctimas del deber, 1953), y las de tres actos Amédée ou comment s'en débarrasser (Amadeo o cómo salir del paso, 1954) y Jacques ou la soumission (Jacques o la sumisión, 1955) reflejan un denso fondo metafísico detrás de las situaciones más absurdas. Con Tueur sans gages (Asesino sin sueldo, 1957) y Le rhinocéros (El rinoceronte, 1958), la escritura dramática de Ionesco se vuelve más explícita para reflejar sus preocupaciones intelectuales. Le roi se meurt (El rey se muere, 1962) y La soif et la faim (La sed y el hambre, 1966) recuperan la atmósfera absurda de sus primeras incursiones en el género dramático.

La mayor parte de sus biógrafos ubican el nacimiento de Ionesco en el año 1912, sin considerar que el propio autor se "rejuveneció" en los años cincuenta tras haber leído unas declaraciones del crítico teatral Jacques Lemarchand, en las que éste hablaba de una nueva generación de "jóvenes" autores.

Vida y obra

Hijo de un abogado rumano (Eugen Ionesco) y una ciudadana francesa (Thérèse Ipcar) cuyo padre prestaba sus servicios de ingeniero en Rumanía, muy pronto se trasladó en compañía de los suyos hasta París, en donde su progenitor amplió sus estudios hasta alcanzar el grado de doctor por la Facultad de Derecho de la Universidad de la Sorbona. En la Ciudad del Sena vino al mundo su hermana Marilina (11 de febrero de 1911) y, al cabo de un año, su hermano Mircea, que falleció, víctima de la meningitis, con tan sólo dieciocho meses de vida.

Su amor al teatro quedó bien patente desde su más tierna infancia, cuando se entretenía y divertía a su pequeña hermana jugando con marionetas. En 1914, la familia en pleno residía en Square Vaugirard (París); dos años más tarde, su padre regresó a Rumanía para luchar al lado del ejército de su nación en la Primera Guerra Mundial, por lo que Thérèse Ipcar se vio necesitada de la ayuda de sus padres para sacar adelante a sus dos pequeños hijos. Acabada la contienda internacional, seguían sin tener noticias del cabeza de familia, por lo que acabaron asumiendo que había muerto en combate. Se trasladaron, entonces, al hotel de Nivernais, sito en la rue Blomet; pero, ante la salud frágil y quebradiza del joven Eugène, su madre optó por enviarle en compañía de su hermana a vivir al campo, con una familia que residía en La Chapelle-Anthenaise (en el departamento de Mayenne). Años después, el dramaturgo habría de recordar este período de estancia en el agro (1917-1919) como una de las etapas más felices de su existencia.

A su regreso a la capital francesa, ambos hermanos se alojaron con su madre y sus abuelos en un modesto apartamento de la rue de l'Avre, en donde el joven Eugène escribió sus primeros borradores teatrales. Entre ellos figuraba una obrita cómica, compuesta de dos actos y escrita en un cuaderno de ejercicios escolares, que, como el resto de aquellos textos, no se conserva en la actualidad. Comenzó a frecuentar, por aquel tiempo, una escuela en la rue Dupleix, pero pronto llegaron sorprendentes noticias desde Rumanía que le forzaron a abandonar estos estudios y regresar a su país natal. Al parecer, su padre no sólo no había muerto en la guerra, sino que ni siquiera había tomado parte en ella en calidad de soldado. Tan pronto como hubo llegado a Bucarest, fue nombrado inspector de seguridad en la policía de dicha ciudad, cargo del que ascendió al de inspector general en 1917. En el transcurso de aquel mismo año, contrajo nupcias con una ciudadana de su país, y se sirvió de las prerrogativas de su elevado rango policial para falsificar unos papeles con los que fingía demostrar que se le había concedido el divorcio y la custodia de sus hijos. Para seguir adelante con su engaño, solicitó a las autoridades rumanas y francesas que el joven Eugène y la pequeña Marilina regresaran a Bucarest, petición que le fue concedida.

En la primavera de 1922, el futuro dramaturgo y su inseparable hermana estaban de nuevo en Rumanía, alojados en casa de su padre, en donde aprendieron el idioma del país mientras sufrían el desprecio de su madrastra. Eugène Ionesco ingresó en el colegio Sfântul Sava, de Bucarest, y poco después obtuvo el grado de bachiller en un instituto de Craiova. La actitud negativa de la nueva esposa de su padre provocó la marcha de Marilina a la casa que ahora habitaba en la capital rumana su madre, recién venida de París y empleada como mecanógrafa en una entidad bancaria; Eugène se fue a vivir con ellas en 1926, después de haber sostenido una agria discusión con su progenitor, quien, a pesar de estas desavenencias, insistió en encargarse personalmente de la educación de su hijo. Empecinado en que estudiara Ingeniería, recurrió a sus poderosos contactos en la administración pública rumana para conseguir una beca de estudios en favor de Eugène; pero éste ya había optado decididamente por seguir los dictados de su vocación humanística y consagrarse al cultivo de la creación literaria.

Se negó, pues, a realizar los estudios superiores de Ingeniería y, en 1928, se dio a conocer como escritor por medio de unos poemas publicados en la revista Bilete de Papagal. Entre 1929 y 1933, cursó la licenciatura de Filología Francesa en la Universidad de Bucarest, en cuyo campus conoció a la joven Rodica Burileanu, estudiante de Filosofía y Derecho, quien habría de convertirse en su esposa. Mientras cursaba dicha carrera, siguió escribiendo artículos periodísticos (en 1930 publicó uno sobre Ilarie Voronca en la prestigiosa revista Zodiac) y diversos poemas que quedaron agrupados en una plaquette titulada Elegii pentru fiinte mici (1931), en la que resulta evidente la influencia del poeta francés Francis Jammes (1868-1938). Posteriormente, amplió sus colaboraciones a otros rotativos y revistas de gran difusión en su país natal, como Vremea (El Tiempo), Azi (Hoy), Floarea de Foc (La Flor de Fuego), Viata Literara (La Vida Literaria), România Literara (Rumanía Literaria), Critica -un radical semanario antifascista-, Axa (El eje), Fapta (El Hecho), Ideea (Idea), Viata Româneasca (Vida Rumana), Facla (La antorcha) y l'Universul Literar (El Universo Literario).

A mediados de la década de los años treinta, Eugène Ionesco publicó Nu (No, 1934), una colección de textos críticos y ensayísticos que levantó una encendida polémica entre la intelectualidad rumana del momento, por sus ataques corrosivos -arropados por un estilo ameno y sarcástico- dirigidos contra algunas de las grandes figuras de las Letras del país, como Tudor Arghezi (1880-1967), Ion Barbu (1895-1961), Camil Petrescu (1894-1957) y Mircea Eliade (1907-1986). A pesar del escándalo, este libro fue galardonado con el premio anual de las Fundaciones Reales, otorgado por un jurado presidido por el crítico y teórico de la literatura Tudor Vianu.

En 1936, tres meses después de su casamiento con Rodica Burileanu, falleció su madre, víctima de un derrame cerebral. Por aquel entonces, Eugène Ionesco se ganaba la vida ejerciendo la docencia como profesor de francés en Cernavoda, profesión que le llevó también al seminario ortodoxo de Curtea Arges y al seminario central de Bucarest. Poco después, el Ministerio de Educación le elevó hasta el cargo de director del Servicio de Relaciones con el Extranjero. Inmerso, además, en un fructífera actividad periodística, entre 1937 y 1938 estuvo al frente de la sección de crítica literaria de la revista Facla (La antorcha), y siguió difundiendo sus escritos a través de otras publicaciones como Universul Literar (Universo Literario), Rampa (La Cuesta) y Parerile Libere (Opiniones Libres).

En 1938, año en el que publicó otro famoso artículo ("Vocabulario de la crítica") en la revista Vremea (El Tiempo), obtuvo una beca para marchar a París con el objeto de realizar una tesis doctoral sobre el pecado y la muerte en la poesía de Baudelaire (1821-1867). Nunca llegó a terminar este interesante proyecto, pero entabló amistad en la capital gala con las principales figuras de las Letras francesas contemporáneas y estudió las obras de algunos filósofos contemporáneos como Emmanuel Mounier (1905-1950), Jacques Maritain (1882-1973) y Gabriel Marcel (1889-1973). Un año después (1939), ya estaba integrado en el grupo de autores congregados alrededor de la revista Esprit, y colaboraba también con Les Cahiers du Sud (Los Cuadernos del Sur), prestigiosa publicación cultural de Marsella; además, desde París enviaba informes de literatura y cultura general a la importante publicación de Budapest Viata Româneasca (Vida Rumana).

Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Eugène Ionesco regresó a Rumanía (no sin antes haber visitado ese paraíso privado de su infancia que era La Chapelle-Anthenaise) y volvió a ejercer la docencia, ahora en calidad de profesor en esa escuela de Bucarest (Sfântul Sava) en la que había cursado gran parte de su formación secundaria. Pero su anhelo era regresar cuanto antes a París, lo que finalmente pudo hacer en 1942, en medio de una gran inestabilidad en toda Europa que hizo muy difícil la consecución de los documentos necesarios para que, tanto él como su esposa, pudieran volver a la capital gala. Antes de asentarse definitivamente en París, el matrimonio rumano tuvo que pasar un tiempo en el Hotel de la Poste, en Marsella, donde, acuciado por las dificultades económicas, sobrevivió gracias a las traducciones realizadas por Ionesco -entre ellas, la de la novela Urcan Batrânul (El padre Urcan), de Pavel Dan (1907-1937)-. Poco después, salió de estas penurias al ser nombrado agregado cultural del consulado rumano en Vichy, donde nació su hija Marie-France el 26 de agosto de 1944.

En 1945, instalado otra vez en París (ahora, en el número 38 de la rue Claude-Terrance), volvió a atravesar por serias dificultades económicas, por lo que aceptó un empleo de corrector para un editor de textos administrativos. Para ayudar al sostenimiento de la frágil economía doméstica, tradujo algunos escritos del poeta rumano Urmoz (1883-1923), un novedoso autor pre-vanguardista (véase vanguardia), precursor del surrealismo y la literatura del absurdo; pero no era suficiente con los recursos obtenidos por ambas actividades, por lo que Ionesco se vio forzado a admitir la ayuda financiera ofrecida por un familiar.

Hacia 1948 le llegaron hasta París las noticias de la muerte de su padre, en el momento en que estaba redactando su obra maestra La cantatrice chauve (La cantante calva, 1950), puesta en escena por vez primera en el Théâtre des Noctambules de París el 11 de mayo de 1950, bajo la dirección de Nicolas Bataille. Se trata de una comedia compuesta de un solo acto, dividida en once escenas y definida por el propio Ionesco como "anticomedia", en la que la corrosiva comicidad de lo absurdo cobra supremacía sobre cualquier atisbo de lógica, y el puro disparate verbal supera los mayores excesos de cualquier pieza vanguardista. La obra presenta al matrimonio Smith en un típico ambiente burgués, en el que intercambian frases banales semejantes a las que pueden hallarse en cualquier manual de idiomas. Reciben luego la visita de los esposos Martin, que se sientan uno enfrente de otro y hablan entre sí como perfectos desconocidos. Después, tras la inopinada irrupción de un bombero en busca de un fuego que apagar, los dos matrimonios entablan una conversación rutinaria plagada de lugares comunes; poco a poco, los ánimos se exaltan y los cuatro personajes comienzan a vociferan esgrimiendo sus puños en actitud amenazante, hasta que, en medio del griterío, las frases pierden todo su significado e, incluso, su significante, pues quedan reducidas a meras exclamaciones fónicas. Pone fin a esta tensa situación un inesperado apagón de luces; cuando se vuelve a iluminar la escena, los Smith, recobrada la calma, siguen en su salón burgués diciéndose entre ambos las mismas vaguedades inconexas con que ha comenzado la obra.

En el momento de su estreno, La cantante calva pasó inadvertida para críticos y espectadores, y sólo mereció los elogios de un reducido grupo de intelectuales, entre los que figuraban André Breton (1896-1966), Luis Buñuel (1900-1983), Arthur Adamov (1908-1970) y el ya mencionado Mircea Eliade. Con el paso del tiempo, llegó a ser una de las obras de mayor permanencia en las carteleras de las principales capitales de Europa.

Tras el estreno de La cantante calva, Ionesco obtuvo al fin la nacionalidad francesa. En agosto de aquel mismo año de 1950, ya plenamente integrado en los foros literarios y teatrales de París, aceptó por diversión representar el papel de Stepan Trofimovitch en la obra Los endemoniados, de Fiodor Dostoievsky (1821-1881), en un montaje realizado también por el susodicho Nicolas Bataille. Y, poco después, impulsado por su humor, su talante innovador y su amargo nihilismo, entró en contacto con el denominado "Còllege de la Pataphysique", un selecto grupo de autores experimentalistas en el figuraban los escritores Boris Vian (1920-1959), Raymond Queneau (1903-1976), Jacques Prévert (1900-1977), Michel Leiris (1901-1900) y -entre otros artistas e intelectuales afincados en París- el pintor Marcel Duchamp (1887-1968). Merced a estos contactos, gran parte de las obras posteriores de Ionesco fueron publicadas en los famosos Cahiers du Còllege de Pataphysique (Cuadernos de la Universidad de la Patafísica).

Entregado de lleno a la escritura dramática, Eugène Ionesco presentó a continuación otras comedias en un acto como La leçon (La lección, 1951), Les chaises (Las sillas, 1952) y Victimes du dévoir (Víctimas del deber, 1953), a las que pronto añadió otras obras en tres actos, como Amédée ou comment s'en débarrasser (Amadeo o cómo salir del paso, 1954) y Jacques ou la soumission (Jacques o la sumisión, 1955). Fruto de sus abundantes lecturas filosóficas, en todas ellas puede apreciarse un denso fondo metafísico que, combinado con el excepcional dominio de las situaciones absurdas de que hace gala el autor rumano, las dota de una inquietante y sugerente complejidad. En realidad, su presentación humorística -en ocasiones, grotesca- de los aspectos y personajes más banales de la realidad cotidiana pone de manifiesto el vacío existencial que envuelve al ser humano, la nada en la que se sustentan incomprensiblemente las sociedades contemporáneas.

Tras el estreno de Tueur sans gages (Asesino sin sueldo, 1957), Ionesco viajó en 1958 hasta Londres para defender su teatro frente a los virulentos ataques del prestigioso crítico Kenneth Tynan, una de las plumas más seguidas por los lectores de The Observer. En aquel mismo año estrenó otra de sus piezas teatrales más exitosas, Le rhinocéros (El rinoceronte, 1958), en la que, como ocurre en la obra citada al comienzo de este párrafo, su escritura dramática se volvía más llana y explícita con la intención de ahondar en las preocupaciones intelectuales que más le inquietaban, con lo que consiguió una mayor aceptación por parte del espectador medio, pero perdió una buena porción de la frescura y el atractivo que se desprendían de su anterior cultivo de la absurda ambigüedad. Consciente de ello, el dramaturgo de origen rumano volvió a sus viejos modelos formales, temáticos y expresivos en las obras que redactó durante la década de los años sesenta, en las que, como bien puede apreciarse en Le roi se meurt (El rey se muere, 1962) y La soif et la faim (La sed y el hambre, 1966), reaparece en todo su inquietante esplendor esa atmósfera absurda y desasosegante que flotaba sobre sus primeras incursiones en el género dramático.

La polémica sobre la validez de su obra levantada en la Inglaterra de finales de los cincuenta no dejaba de ser un testimonio elocuente de su definitiva consagración como uno de los autores vivos más importantes de su tiempo. Aceptado, en efecto, por la intelectualidad francesa contemporánea como un dramaturgo propio de proyección internacional, en 1961 fue nombrado Chevalier des Arts el Lettres ('Caballero de las Artes y las Letras'), condecoración a la que pronto se sumaron otros honores y distinciones como el Gran Premio Italia (1963), que recayó en un espectáculo de ballet que adaptaba su comedia La leçon. Aquel mismo año, la melancolía se apoderó de Ionesco cuando, en una nueva visita a La Chapelle-Anthenaise, comprobó que el caserón rural y el viejo molino en los que había pasado los momentos más felices de su vida estaban semiabandonados, y que no quedaba rastro alguno de Marie y Robert, el matrimonio que le había acogido en su infancia.

Vivía, por aquellos primeros años de la década de los sesenta, en el número 14 de la rue de Rivoli, en París, en una situación económica bastante más desahogada. En 1965, en el transcurso de una navegación a bordo del paquebote France, Nicolas Bataille volvió a poner en escena una nueva obra de Ionesco, titulada Délire à deux (Frenesí para dos, 1965). Un año después, el escritor de origen rumano protagonizó -junto a los grandes actores María Casares (1922-1996) y Jean-Louis Barrault (1910-1994)- una comentadísima conferencia-espectáculo sobre el escenario del Théâtre de France, con lectura de textos inéditos incluida; aquel mismo año, fue galardonado con el "Grand Prix du Théâtre de la Societé des Auters" -que venía a reconocer la valía del conjunto de su producción dramática estrenada hasta la fecha-, y con el "Prix du Brigadier" -que subrayaba la puesta en escena en la Comédie Française de La sed y el hambre. Posteriormente, recayeron en su persona y en su obra otros galardones tan relevantes como el "Prix Litteraraire prince Pierre de Monaco" y la "Medalla de Mónaco" (1969), así como el "Grand Prix National du Théâtre" (1969). El 22 de enero de 1970 fue elegido miembro de número de la Académie Française, para cubrir la vacante dejada por Jean Paulhan (1884-1968) y, pocos meses después, accedió al honorífico rango de Chevalier de la Legion d'Honneur; antes de que acabase dicho año, recibió del gobierno austríaco el Gran Premio de la Literatura Europea.

El 25 de febrero de 1971, Eugène Ionesco pronunció su discurso de ingreso en la Academia Francesa, y al año siguiente fue invitado a inaugurar con sus palabras el festival de Salzburgo. El 30 de abril de 1973 recibió el prestigioso premio "Jerusalén" -que venía a reconocer el conjunto de su obra y, en particular, los méritos de El rinoceronte-, y, mes y medio después, la Medalla de la Ciudad de Vichy. El reconocimiento internacional de su producción dramática le granjeó otras distinciones tan destacadas como los doctorados honoris causa por las universidades de Warwick (1974) y Tel-Aviv (1975), así como la recepción de la Medalla Max Reinhardt en el quincuagésimo aniversario del festival de Salzburgo (1976). En noviembre de este último año, cruzó el Atlántico para asistir, en la Universidad de Nueva York, a una mesa redonda ante cerca de mil estudiantes; dos años después, los mayores especialistas mundiales en el análisis de su obra se reunieron en un congreso monográfico celebrado en un castillo de Normandía, donde, en presencia del autor y su esposa, leyeron numerosas ponencias que quedaron luego recogidas en el volumen titulado Ionesco: Situation et perspectives (Ionesco: Situación y perspectivas, 1978). Actos académicos con éstos venían a demostrar que el dramaturgo de origen rumano se había convertido ya en un clásico vivo de las Letras universales.

A comienzos de 1982, invitado por la Universidad de Bonn, pronunció en una de sus aulas una aplaudida conferencia y recibió la Insignia de la Orden del Mérito Alemán. Los días 21, 22 y 23 de abril de 1983 asistió como invitado de honor a la séptima reunión de la Academia Americano-Rumana de las Artes y las Ciencias, celebrada en Davis (California). Tantos desplazamientos acabaron por minar su frágil salud, por lo que en febrero de 1984 hubo de ser ingresado en un hospital francés para ser tratado de una crisis diabética que le tuvo en estado de coma durante dos días. Pese a la gravedad de esta dolencia y lo avanzado de su edad (iba a cumplir, aquel año, los setenta y cinco de edad), se repuso con gran fortaleza y emprendió una serie de viajes por diferentes lugares de Europa y Estados Unidos, en los que pronunció conferencias y fue objeto de cálidos homenajes. Ascendió luego al grado honorífico de Officier de la Légion d'Honneur ("Oficial de la Legión de Honor") y recibió las Medallas de Mayenne y La Flèche (16 de abril de 1986). Al mes siguiente, se le otorgó el "Prix International d'Art Contemporain de Montecarlo; luego fue designado jurado del certamen cinematográfico "Bienal de Venecia", y el 22 de noviembre de 1986 recibió en Chicago el prestigioso premio "T. S. Eliot-Ingersoll", que venía a reconocer la importancia de su deslumbrante obra creativa.

Tras haber tomado parte activa en una reunión en favor de los derechos humanos celebrada en Berna (Suiza) a finales de 1986, el 23 de febrero de 1987 asistió, junto a su inseparable esposa Rodica, a la celebración del trigésimo aniversario del Spectacle Ionesco ('Espectáculo Ionesco'), puesta en escena en el parisino Théâtre de la Huchette. Al mes siguiente fue condecorado con la Medalla de la Ciudad de París, y en octubre de dicho año con otras dos medallas de oro: la de Saint-Etienne y la de Saint-Chamond.

A comienzos de 1989, cuando tenía previsto trasladarse a Rumanía para intervenir en un acto en defensa de los derechos humanos, cayó nuevamente enfermo de gravedad y hubo de ser hospitalizado, por lo que fue su hija Marie-France que leyó sus acusaciones contra el régimen dictatorial rumano. A su salida del hospital, Ionesco presidió el jurado del Pen Club que otorgó el "Premio de la Libertad" al dramaturgo checo Vaclav Havel, condenado por delitos políticos tras haber tomado parte activa en el homenaje en memoria de Jan Palach (1948-1969), el estudiante checo que se quemó vivo para protestar contra la colaboración del gobierno de su país con las fuerzas de ocupación soviéticas. Cada vez más conocido y respetado entre los escritores de todo el mundo, firmó luego una declaración en defensa del escritor británico de origen indio Salman Rushdie, cuya obra Versos satánicos (1988) había provocado su condena a muerte por parte de algunos cabecillas del fundamentalismo islámico. El día 7 de mayo de 1989, Ionesco fue galardonado con uno de los premios más importantes del panorama literario francés, el "Molière", y el 30 de noviembre, junto al pensador Émile Cioran (1911-1995), fue nombrado Miembro de Honor de la Unión de Escritores de Rumanía.

El 27 de noviembre de 1992, Ionesco fue investido doctor honoris causa por la Universidad de Silesia (Polonia), en medio de una ceremonia que, por la debilidad del ya anciano escritor, se tuvo que celebrar en París. A pesar de los achaques propios de su avanzada edad, seguía por aquellos primeros años de la década de los noventa luchando activamente en favor de los derechos humanos, ahora como miembro destacado del CIEL (Comité Internacional de Escritores por la Libertad), un organismo creado para defender a los artistas e intelectuales perseguidos por haber hecho uso de su derecho a la libertad de expresión. Todas estas actividades de Eugène Ionesco quedaron bruscamente interrumpidas a comienzos de la primavera de 1994, cuando perdió la vida en su domicilio parisino. El primer día de abril de dicho año -que coincidía con la festividad cristiana del Viernes Santo-, sus restos mortales recibieron sepultura en el cementerio de Montparnasse, en la ciudad a la que tanto había amado a lo largo de toda su vida.

Otras obras suyas no citadas en parágrafos superiores son las tituladas Le nouveau locataire (La nueva inquilina, 1955), Le piéton de l'air (El peatón del aire, 1962), Jeux de massacre (Juego de masacre, 1970), Macbeth (1972), Este formidable burdel (1974), L'homme aux valisses (El hombre de las maletas, 1975), Antidotes (Antídotos, 1975) y Le blanc et le noir (El blanco y el negro, 1985). Publicó también algunos libros de recuerdos y anotaciones que, en la actualidad, suponen una valiosa ayuda para entender mejor el alcance de su obra, como los titulados Notes et contrenotes (Notas y contranotas, 1962) y Journal en miettes (Migajas de un diario, 1967); y realizó alguna incursión -mucho menos afortunada que sus piezas teatrales- en el campo de la prosa de ficción, al que aportó las novelas tituladas Le solitaire (El solitario, 1973) y Voyage chez les morts (Viaje a la mansión de los muertos, 1980).

Bibliografía

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Autor

  • J. R. Fernández de Cano.