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HistoriaBiografía

Girón o Téllez Girón, Pedro (ca. 1423-1466).

Aristócrata castellano, maestre de la orden de Calatrava, nacido probablemente en Belmonte (Cuenca) hacia 1423 y muerto en Villarrubia de los Ojos (Ciudad Real) el 2 de mayo de 1466. Junto a su hermano Juan Pacheco, marqués de Villena, protagonizó gran parte del devenir político de Castilla durante el reinado de Enrique IV (1454-1474), ya que Pacheco, en calidad de privado o valido, gobernó a sus anchas con la aquiescencia del monarca. Pedro Girón fue su mano derecha en todos sus planes, logrando un amplio patrimonio territorial y grandes rentas. Durante algún tiempo, y gracias a la ambición de su hermano, Pedro Girón estuvo a punto de contraer matrimonio con la princesa Isabel, hermana de Enrique IV y futura Reina Católica. La inesperada muerte del maestre truncó este plan.

Origen y primeros años

Pedro Girón era descendiente de nobles portugueses. Su bisabuelo, Juan Hernández Pacheco, había luchado a favor del rey de Castilla Juan I en la batalla de Aljubarrota(1385). Con la derrota castellana, que significó el adiós de Juan I al trono luso, los nobles portugueses que habían apoyado al monarca Trastámara abandonaron su tierra y se instalaron en Castilla .En 1398, Enrique III, sucesor de Juan I, concedió a Juan Hernández Pacheco el señorío de Belmonte (Cuenca). El primer señor de Belmonte casó a su hija y heredera, Teresa Téllez Girón, con Martín Vázquez de Acuña, conde de Valencia de don Juan (León). El primogénito de este matrimonio fue Alonso Téllez Girón, padre de Pedro Girón, que se casó con su prima, María Pacheco. El hecho de que Pedro Girón y Juan Pacheco, aun siendo hermanos, no tengan el mismo apellido (cosa, por otra parte, muy frecuente en la época medieval), se debe a las capitulaciones matrimoniales de sus padres, en las que quedaba establecido que el primogénito de este enlace (Juan) llevaría como primer apellido "Pacheco" y no "Téllez Girón". Por esta razón, en realidad Pedro se apellida Téllez Girón, pero en toda la documentación y en las crónicas de la época siempre se le menciona como Pedro Girón.

Como casi todo su devenir histórico, los inicios cortesanos de Pedro Girón estuvieron ligados a su hermano, Juan Pacheco, admitido como paje del futuro Enrique IV en 1436. Poco tiempo debió de tardar Pedro en acompañarle, pues en 1440 ya aparece en la documentación como camarero mayor del futuro Enrique IV. Guiado por el ascendente de su hermano con el entonces príncipe de Asturias, lograr que Juan II le concediese los señoríos de Ureña (Valladolid) y Tiedra. En 1443, la muerte del maestre de Calatrava, Fernando de Padilla, dio inicio a las luchas en la corte para presentar candidatos a obtener tan ansiada prebenda, y Pedro Girón fue el candidato avalado por su hermano, Juan Pacheco, y por la facción nobiliaria que atendía los intereses del príncipe heredero. Sin embargo, el elegido por Juan II fue Alonso de Aragón, hijo bastardo del infante Juan de Aragón, rey de Navarra. Los nobles castellanos no vieron con demasiados buenos ojos que la orden de Calatrava, una de las más importantes reservas militares del reino, fuese entregada a un noble aragonés, por lo que las conspiraciones comenzaron a relucir en todo el entorno regio.

El camino hacia el maestrazgo

Las sospechas de los nobles castellanos poco tardaron en hacerse realidad: en 1444, cuando fueron patentes las hostilidades entre los infantes de Aragón y Álvaro de Luna, el maestre electo de Calatrava, Alonso de Aragón, favoreció con tropas de Calatrava los intereses de su padre (cosa lógica, por otra parte) y no las de Juan II, a quien estaba obligado por vasallaje. De esta forma, en los primeros meses de 1445, el Capítulo de la orden de Calatrava depuso a Alonso de Aragón del maestrazgo y se pasó a una nueva elección. Juan Pacheco ya había contactado de manera privada con muchos de los electores, prometiéndoles diversas dádivas y recompensas en caso de ser elegido su hermano. Las presiones dieron efecto y Pedro Girón se hizo con la mayoría de votos en el Capítulo, pero, enterados el resto de freires de las maniobras de Pacheco, la orden se partió en tres, como relata el historiador Rades y Andrada (op. cit., f. 72r):

Algunos permanecieron en la obediencia del maestre don Alonso y, por no hallarse en el dicho Capítulo, se fueron al Reyno de Aragón, con los quales y con los de aquel reyno, don Alonso tuvo su convento en Alcañiz; y aunque le notificaron la sentencia de deposición, apelló de ella para Roma y no dexó el título de Maestre. Otros siguieron el partido del Maestre don Pedro Girón, a quien el rey don Juan de Castilla hizo entregar el convento y muchas villas y fortalezas. Otros siguieron a don Juan Ramírez, el qual con el título de maestre se apoderó de las villas de Osuna y Martos, y de otras que esta Orden tenía en Andaluzía.

Juan Ramírez de Guzmán, comendador mayor de Calatrava, se opuso violentamente a la elección de Pedro Girón. La amenaza de lucha bélica entre ambos contendientes fue frenada por el propio rey Juan II, que compensó al comendador mayor con diversas rentas y lugares, y obligó a Pedro Girón a respetar las encomiendas tanto de Juan Ramírez como de sus hijos. Finalmente, Pedro Girón sería unánimemente reconocido como maestre de Calatrava por todos los comendadores; la primera vez que comandó las tropas de su orden fue precisamente en la batalla de Olmedo, en la que los calatravos pelearon al lado del condestable Luna para defender la legitimidad de Juan II en contra de los ataques de los infantes de Aragón.

Convertido en maestre, Pedro Girón se convirtió en la mano militar con que su hermano Pacheco contó para realizar sus planes políticos. Así, en 1446 Pedro Girón fue encargado de acoger en el cuartel general de la orden, situado en Almagro (Ciudad Real), aquellas tropas que los nobles afines al príncipe Enrique habían destinado como fuerza de choque para intentar que Juan II abandonase la privanza del todopoderoso Álvaro de Luna. El maestre de Calatrava contó en pocos días con más de 7.000 hombres. La situación de inestabilidad permitió que Pedro Girón se alzase con el dominio de varios enclaves importantes, como los puentes de Alcántara y San Martín, en la ciudad de Toledo. Pero, a pesar de que sus tropas estaban preparadas para atacar, la proverbial ambigüedad de su hermano Pacheco, sobre todo en sus relaciones con Álvaro de Luna, dejó la intentona en nada, ya que al final el privado de Juan II, Luna, y el privado del príncipe Enrique, Pacheco, acordaron la paz.

La época de Enrique IV

Entre 1447 y 1453, Pedro Girón permaneció siempre a la sombra de su hermano en cuestiones de política interna; por lo que respecta a su puesto de maestre, realizó obras de mejora en diversas fortalezas de la orden de Calatrava, sobre todo en el palacio de Almagro, convertido en sede casi permanente durante su gobierno. En 1453, después de la muerte de Álvaro de Luna, su hermano Juan Pacheco quedó configurado como el verdadero hombre fuerte del reino, posición ésta mucho más evidente cuando, fallecido Juan II en 1454, Enrique IV fue coronado rey. El nuevo monarca inició una serie de campañas sobre la vega de Granada en la que participaron todos los nobles del reino, buscando aplacar los tirantes ánimos entre la nobleza. En las campañas de 1455 y 1456 mostró Pedro Girón su destreza y valentía en los negocios de las armas, ya que fue el más destacado caballero, como reza la leyenda de los Girón. En una de las correrías por la vega de Granada, de las filas enemigas salió un soldado musulmán que había prometido matar a Enrique IV y llevar su cabeza a Granada; apercibido de ello, Pedro Girón corrió tras él y le alcanzó, tras lo cual ambos jinetes se enzarzaron en una lucha en la que el maestre no dio opción a su oponente y le mató casi en el acto. Poco después, ante el jolgorio de las tropas cristianas, envió la cabeza del soldado musulmán a las huestes granadinas, haciendo un alarde de fuerza que resultó hondamente apreciado por todos los presentes.

Dejando atrás una leyenda que tiene mucho de apócrifa (otras fuentes la atribuyen a su hijo, Rodrigo Téllez Girón), la campaña de Granada fue bruscamente interrumpida por Enrique IV, monarca poco gustoso de tales empresas. Al principio, Pedro Girón, haciéndose eco de la molestia de un grupo de caballeros, trató de convencerle de lo contrario, pero no halló otra respuesta regia sino la de dirigirse al castillo de Peñafiel para reforzar las defensas, en previsión de un posible ataque de tropas aragonesas y/o navarras. Después de reconstruir por completo el castillo de Peñafiel, el maestre Girón fue tentado por Juan I de Navarra para pasarse a su bando y abandonar la obediencia a Enrique IV; cuando el monarca castellano supo esta acción, se asustó tremendamente, consciente del peligro de que uno de los mejores guerreros castellanos, con la reserva militar de Calatrava, militase en favor del partido aragonesistas. Por esta razón, Enrique IV llamó al marqués de Villena para que obligase a su hermano a renunciar a la oferta de Juan de Navarra, a cambio de diversas prebendas tanto en metálico como en territorios. Así fue cómo Pedro Girón, resuelto a continuar en la obediencia de Enrique IV, logró los señoríos andaluces de Morón, Fuenteovejuna y Bélmez. El poder del clan Pacheco-Girón continuaba en un espectacular ascenso.

Guerras contra Navarra y Granada

En 1459, continuando con la confianza en él depositada, Enrique IV confió a Pedro Girón la tenencia y jurisdicción del castillo de Briones (La Rioja), uno de los enclaves estratégicos entre Navarra, Aragón y Castilla. De hecho, la guerra entre Navarra y Castilla acababa de comenzar, por lo que Enrique IV decidió enviar a Pedro Girón al frente de sus 1.500 freires para proteger la frontera con el reino rival. Desde Aranda de Duero, el ejército castellano tomó Pamplona en 1459, fortaleza en la que Pedro Girón puso como alcaide a su primo, Pedro Carrillo, comendador de Piedrabuena. Desde Pamplona, Pedro Girón se dirigió a Viana, defendida por mosén Pierres de Peralta, condestable de Navarra. Después de un largo asedio, finalmente la ciudad navarra capituló, lo que acabó por certificar la victoria castellana. Enrique IV, como recompensa, concedió al maestre los señoríos de Peñafiel, Briones, Santibáñez y Saélices de Gallegos, cuyo antiguo posesor, el propio Juan I de Navarra, había sido derrotado por Pedro Girón. Todas estas posesiones fueron ratificadas por los procuradores urbanos de las villas aludidas en las Cortes celebradas en Toledo durante 1460, consolidando un patrimonio territorial impresionante.

En 1461, Pedro Girón fue nombrado por Enrique IV capitán general de la frontera de Andalucía, pues, en términos de fama militar, ningún caballero podía igualársele en la época. Este nombramiento fue el preludio de las campañas de 1462, año en que, por la ruptura de las treguas firmadas entre Castilla y Granada, se reanudó la guerra de conquista en Andalucía, empresa en la que participó el maestre. En la primavera del citado año, las tropas de Calatrava dirigidas por Pedro Girón asediaron la villa de Archidona. Tras un durísimo y continuo asedio, finalmente lograron conquistarla el 15 de agosto de 1462. El propio maestre fue herido en la refriega, al recibir una pedrada de los defensores musulmanes. Las atenciones médicas lograron que la herida sanase a los pocos días, por lo que Pedro Girón, en muestra de agradecimiento, envió al papa Calixto III la casulla de la orden de Calatrava con la que combatió ese día. En recompensa, el papa le concedió el cobro de diezmos de Archidona y de todo su término. El poder de Pedro Girón llegaba incluso hasta las más altas instancias.

La conquista de Archidona hizo a Pedro Girón el amo y señor de Andalucía, donde, con la anuencia de su hermano Juan Pacheco, y con la ayuda de las tropas de Calatrava, dominó a sus anchas la política, siempre con la excusa (si bien cierta en numerosas ocasiones) de la defensa de la frontera. Esta posición, naturalmente, hizo que tuviera muchos enemigos en la corte y en la propia orden, sobre todo Gutierre de Sotomayor, Pedro de Aguilar y, en especial, Miguel Lucas de Iranzo, condestable de Castilla. Lucas de Iranzo, desde su posición en la frontera de Jaén, mantuvo enconadísimas luchas contra Pedro Girón durante todo el reinado de Enrique IV.

De la farsa de Ávila a los planes de boda

En realidad, esas luchas de bandos entre Pedro Girón y el condestable Iranzo, entre otras muchas acontecidas en la década de los 60, respondían a un deterioro constante de la situación política en Castilla, en la que el rey Enrique IV era acosado por la nobleza, sobre todo los contrarios al absoluto dominio del marqués de Villena en la voluntad regia. Así, en 1462, Beltrán de la Cueva, conde de Ledesma, aprovechó una maniobra del marqués para hacerle caer en desgracia y sustituirle en la privanza. Ello provocó la formación de una liga nobiliaria, comandada por el marqués de Villena, su hermano Pedro Girón y el tío de ambos, el arzobispo Alonso Carrillo, que fue quien, a la postre, diseñó una estrategia arriesgada: sustituir a Enrique IV por su hermano Alfonso, acusando al monarca legítimo de corrupción. En 1464, una junta de nobles celebrada en Burgos, a la que asistió el maestre Girón, acordó llevar a cabo la deposición: el 5 de junio de 1465, en un cadalso abulense, la caída de un muñeco que representaba a Enrique IV dio comienzo al reinado parcial de Alfonso el Inocente, a quien apoyó Pedro Girón (Véase: Farsa de Ávila).

Como maestre de Calatrava, Pedro Girón tuvo una destacada participación en la guerra civil encubierta que vivió Castilla durante tres años. Con un gran ejército reclutado entre las encomiendas de Andalucía y La Mancha, Pedro Girón se encargó de que las ciudades de Córdoba y Sevilla, entre otras, alzasen pendones a favor del rey Alfonso. Sin embargo, en Andalucía tuvo que combatir no sólo contra el condestable Iranzo, que se mantuvo fiel a Enrique IV en las villas de Jaén y Andújar, sino también contra Juan de Valenzuela, prior de San Juan, que tomó en nombre de Enrique IV algunas villas de la orden de Calatrava, como Lora, Alcolea y Caracuel. En una lucha rápida, el maestre Girón se dirigió a Almagro, desde donde comenzó una serie de incursiones en tierras toledanas de San Juan, haciendo la guerra al prior Valenzuela en Consuegra, donde hizo prisionero al prior. Como de costumbre, la destreza militar del maestre Girón hizo posible que el rey Enrique IV, en un golpe de efecto, quisiese recuperarle para su causa. Para ello, el monarca envió de negociador a Alonso de Fonseca, arzobispo de Sevilla, que le ofreció el perdón regio a su traición por haber peleado a favor del príncipe Alfonso; asimismo, le ofrecía grandes cantidades económicas y una mejor situación patrimonial en el futuro. Pedro Girón consultó a su hermano el marqués de Villena, dado que el trato era lesivo para él, que había sido el principal factótum de la entronización de Alfonso y a quien todavía continuaba sirviendo como privado. Pacheco, haciendo gala de su doble juego habitual con todos los intereses en liza, aconsejó a su hermano aceptar el pacto si el monarca aceptaba incluir una cláusula más: que el rey Enrique IV prometiese entregar en matrimonio a su hermana Isabel, para que el maestre se casase con ella. De aceptar el monarca, Pacheco prometió abandonar la causa alfonsina y retornar a la obediencia de Enrique IV.

La jugada, a la que Pedro Girón no fue en absoluto ajeno sino el principal beneficiado, era maestra. Pacheco, el verdadero ideólogo del plan, supo enseguida que la sucesión futura de la corona de Castilla pasaba por la princesa Isabel, ya que Enrique IV, nombrando príncipe de Asturias a su hermano Alfonso, había dejado implícitamente fuera de la sucesión a su presunta hija, Juana, la mal apodada Beltraneja. Si Alfonso fallecía sin hijos, la heredera era Isabel, y Pacheco quiso llegar a la cumbre de su poder político haciendo rey a su propio hermano, Pedro Girón, no menos ambicioso que el marqués y que, como es lógico, aceptó gustosamente los planes.

En teoría, el maestre no podía contraer matrimonio debido a que, como miembro de una orden militar, estaba sujeto al voto de castidad perpetua. Esta circunstancia, empero, no le impidió tener una amante, Isabel de las Casas, madre de sus tres hijos, que fueron legitimados por el papa Calixto III mediante bula emitida en 1456, posteriormente validada por un decreto real de Enrique IV el 15 de abril de 1459. Pero admitir una concubina, o que Pedro Girón viviese amancebado, era una algo más o menos frecuente, y nada tenía que ver con una ceremonia religiosa. La diplomacia eclesiástica se alió con él en esta ocasión, y la intervención de Fonseca, arzobispo de Sevilla, y el propio Alonso Carrillo, primado de Toledo, fue decisiva. El enviado a Roma, Pedro Carrillo, comendador de Malagón, presentó a Pío II unos documentos en los que poco menos se planteaba la cuestión de Castilla en estos términos: la única forma posible de salvar el reino de las graves discordias y quebrantos era autorizando esta boda. Para ello, Pedro Girón también se guardó una carta: la de poder renunciar el maestrazgo a favor de su hijo, Rodrigo Téllez Girón, y ser administrador de la orden en la minoría de edad de éste.

Un desenlace inesperado

El papa aceptó que Pedro Girón renunciase en su hijo para poder casarse con la princesa Isabel. De esta forma, el Capítulo de la Orden se reunió en Calatrava para bendecir la renuncia y jurar al nuevo maestre, Rodrigo, ceremonia previa a la boda de Pedro Girón con Isabel de Castilla. Obviamente, a la princesa este enlace, al que permaneció totalmente ajena, no satisfacía lo más mínimo. Según la crónica castellana, la futura Reina Católica estaba tan asustada que "estuvo un día y una noche sin comer y en contemplación, pidiendo a Dios que o el Maestre o ella muriesen antes que se verificase el casamiento". Las plegarias de Isabel parecieron ser escuchadas, puesto que el maestre, cuando salió de la villa de Almagro con dirección a Castilla la Vieja, se detuvo en Villarrubia de los Ojos a pernoctar. Allí fue atacado de un apostema (esquinencia era su nombre medieval) en la garganta que le llevó a la tumba en apenas unas horas, el día 2 de mayo de 1466 según reza la lápida de su sepulcro, conservado en el convento de la orden en Calatrava.

El cronista Alonso de Palencia, encarnizado enemigo de los Pacheco y los Téllez Girón, fustiga con su proverbial verborrea iracunda los últimos momentos del maestre, añadiendo los tintes mesiánicos tan del gusto de los cronistas medievales para cincelar momentos de tragedia como el de la muerte de Pedro Girón (Crónica de Enrique IV, I. p. 204):

Dícese que al morir pronunció palabras de blasfemia acusando a Dios de crueldad por no haber prolongado su vida de cuarenta y tres años al menos cuarenta días más, para ostentar el último esfuerzo de la adquirida pujanza. [...] Ni por su vida pasada, ni por sus últimos instantes pudo conjeturarse nada que revelase las aspiraciones de un católico a la vida futura. La voz del pueblo, que tiene algo de la voz de Dios, dio gran importancia a esta muerte, y atribuyó a milagro la desaparición de un tirano a quien sus inmensas y mal adquiridas riquezas habían hecho concebir tan atroz infamia.

Por contra, Rades y Andrada se muestra algo más benévolo con el maestre, haciéndose también eco de diversas murmuraciones que circularon por la corte (op. cit., f. 77r):

Como su muerte fue d'esta manera, túvose grande sospecha que algunos Grandes del Reyno a quien pesava aquel matrimonio le hizieron dar ponçoña con que muriesse. Grande fue el sentimiento que por su muerte hizieron el Marqués de Villena, su hermano, y el Arçobispo de Toledo, su tío, con los otros sus deudos. Mas muchos tuvieron esto por mysterio, por averse atajado con su muerte el casamiento de la sereníssima infanta, que de allí a dos años [...] fue jurada por Princesa heredera d'estos Reynos y después casada con don Fernando, Rey de Sicilia y Príncipe de Aragón.

Efectivamente, tal como preveía el marqués de Villena, Isabel acabaría heredando el trono de Castilla, pero no con su hermano como rey consorte. Las sospechas, que señalaban directamente al círculo cortesano de Isabel, fueron posteriormente acalladas, aunque lo cierto es que algunos años más tarde, en 1474, su hermano el marqués de Villena fallecería de la misma enfermedad, un apostema, por lo que la familia podría ser propensa a este tipo de mal. Dejando de lado su intervención en la política de la época, siempre subordinada a los intereses de su hermano el marqués, lo cierto es que fue Pedro Girón uno de los militares más destacados de la época, tal vez el mejor del reinado de Enrique IV.

Descendencia de Pedro Girón

Como ya se ha citado anteriormente, el maestre de Calatrava tuvo tres hijos bastardos, que fueron legitimados por bula pontificia. El primogénito, Alonso Téllez Girón, fue el beneficiario del primer mayorazgo de Pedro Girón, aceptado por Enrique IV mediante cédula dada en Vitoria el 24 de marzo de 1457. Alonso heredaba Osuna, Carmona, Lentejuela, la fortaleza de Cazalla, Morón, Arahal, Olvera, Archidona, Orbejícar y Gelves, así como el título de conde de Ureña. En 1462, Pedro Girón permutó las villas de Osuna y Cazalla por Fuenteovejuna y Bélmez, aunque en 1464 volvió a recuperar mediante compra las dos primeras. Toda esta herencia se trata del origen de la casa ducal de Osuna, de gran importancia en la historia de España durante los siglos posteriores. No obstante, Alonso Téllez Girón falleció en 1469, por lo que todo el patrimonio pasó a sus hermanos, los gemelos Rodrigo y Juan Téllez Girón.

Rodrigo Téllez Girón heredó de su padre el maestrazgo de Calatrava en el año 1466; Juan Téllez Girón, al fallecer su hermano mayor Alonso, fue segundo conde de Ureña y beneficiario del extenso patrimonio que pasaría más tarde al ducado de Osuna. Rodrigo y Juan, junto a sus primos, los hijos del marqués de Villena, y bajo la admonición de su tío-abuelo, el mismo arzobispo Carrillo, protagonizaron también diversas tensiones durante el reinado de Isabel la Católica, sobre todo en el inicio, cuando los Pacheco-Girón quisieron volver a renovar la privanza y la preeminencia que sus progenitores habían tenido durante el reinado de Enrique IV.

Bibliografía

  • ENRÍQUEZ DEL CASTILLO, D. Crónica de Enrique IV. (Ed. A. Sánchez Martín, Valladolid, Universidad de Valladolid, 1994).

  • GUDIEL, G. DE Compendio de algunas historias de España, donde se trata muchas antigüedades dignas de memoria y en especial se da noticia de la antigua familia de los Girones y de otros muchos linajes. (Alcalá de Henares, Juan Íñiguez de Lequerica, 1557).

  • PALENCIA, A. DE Crónica de Enrique IV. (Madrid, Atlas, 1973-1974, 3 vols.)

  • RADES Y ANDRADA, F. DE Chrónica de la Orden y Cauallería de Calatraua... (Toledo, Juan de Ayala, 1571).

  • SUÁREZ FERNÁNDEZ, L. Nobleza y monarquía. Puntos de vista sobre la historia política castellana del siglo XV. (Valladolid, Universidad de Valladolid, 1975).

  • SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., et al. Los Trastámaras de Castilla y Aragón en el siglo XV. (Madrid, Espasa-Calpe, 1968. Vol. XV de Enciclopedia de Historia de España, dir. R. Menéndez Pidal).

Autor

  • Óscar Perea Rodríguez