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PolíticaHistoriaBiografía

Garibaldi, Giuseppe (1807-1882).

Revolucionario y patriota italiano, nacido en Niza (hoy en Francia) el 4 de julio de 1807 y muerto en la isla de Caprera (junto a Cerdeña) el 2 de junio de 1882.

Síntesis biográfica

Fue uno de los principales artífices de la unificación italiana, junto con Mazzini, Cavour y el rey Víctor Manuel II; fue llamado “Héroe de dos mundos” por su actividad revolucionaria en América y Europa. En efecto, marinero de profesión, se adhirió en 1834 a la Joven Italia de Mazzini; por su participación en una insurrección republicana en Génova tuvo que exiliarse en Sudamérica, primero en Brasil y luego en Uruguay. En el primer país luchó contra el emperador Pedro II y en el segundo contra el expansionismo argentino. Famoso ya, regresó a Italia en 1848 al iniciarse la primera guerra de unificación contra Austria; rechazados sus servicios por el Piamonte y el Papado, luchó por su cuenta en Milán y luego, proclamada la república, en Roma. Derrotado por los franceses de Luis Napoleón, en 1850 tuvo que exiliarse de nuevo, en esta ocasión en los Estados Unidos.

Regresó en 1854, adquiriendo entonces la que sería su residencia habitual, la isla de Caprera. Se adhirió al proyecto unificador de los Saboya, reyes del Piamonte, y en 1859 luchó en el norte de Italia contra los austriacos. Después, en 1860, por iniciativa personal desembarcó en Sicilia con un cuerpo de voluntarios, los Camisas Rojas, y en rápida campaña expulsó a los borbones de esta isla y de Nápoles, que ofreció a Víctor Manuel II. Unificado ya casi todo el país, trató de incorporar los territorios aún irredentos, Venecia (en manos de Austria) y Roma (de dominio pontificio), pero su primer intento en 1862 fracasó porque, mal visto su gran prestigio, se le opuso el propio ejército piamontés. Rehabilitado, en 1866 colaboró en la conquista de Venecia, pero habiendo entrado en Roma el año siguiente no pudo mantenerse allí por la superioridad del ejército imperial francés, que le expulsó. Retirado de la política durante unos años, su última gran empresa fue la defensa de los republicanos franceses frente a los prusianos en la guerra de 1870-1871.

De América a Italia: los primeros combates por la unificación italiana

Era el segundo hijo de Domenico Garibaldi, marinero y natural de Chiavari (Liguria), y de Rosa Raimondi, de Loano (también en Liguria); nació por la época en que Italia estaba dominada por Napoléon Bonaparte. Aunque estaba destinado a ejercer por deseo de su padre como médico o abogado, no tenía vocación para ello, y hacia 1821, con unos catorce años, comenzó a trabajar en el oficio paterno, aprendiéndolo por experiencia o bien mediante estudios realizados por su cuenta de astronomía, geografía y matemáticas. Tras realizar varios viajes largos, alcanzó el mar Negro y las islas Canarias, en 1832 obtuvo el grado de capitán de altura. Por esta época se interesó por el nacionalismo italiano a través de un compañero, Giovanni Battista Cuneo. Un año después, habiendo conocido al republicano Giuseppe Mazzini en Marsella, pasó a formar parte de la organización de éste, la Joven Italia. Al poco, en febrero de 1834, se alistó en la marina del reino de Piamonte-Cerdeña, e inmediatamente intervino por encargo de Mazzini en una sublevación republicana en Génova que fracasó; condenado a muerte por traición, tuvo que huir a Niza y Marsella. Navegó durante algún tiempo en la marina del bey de Túnez y luego, para más seguridad, se trasladó a América (1835).

Se estableció primero en Brasil donde, sin perder contacto con la Joven Italia, se dedicó en Río de Janeiro al comercio marítimo. En 1842 contrajo matrimonio con Ana María Ribeiro da Silva (“Anita”), a la que había conocido en 1839, que le acompañó en todos sus combates hasta su muerte. Más tarde ayudó a los rebeldes de Rio Grande do Sul contra el emperador brasileño Pedro II; derrotados los insurrectos en 1840, pasó al vecino país de Uruguay, instalándose en su capital, Monteviedo. Allí trabajó como domador de caballos y en otros oficios, y nacieron sus cuatro hijos, Rosa, Menotti, Teresa y Ricciotti. Sin embargo, no pudo llevar una vida pacífica, pues hacia 1843 ayudó a la facción de José Fructuoso Rivera contra Manuel Oribe (apoyado a su vez por el dictador argentino Juan Manuel de Rosas); Garibaldi contó con el refuerzo de varios centenares de italianos, la Legión Italiana (también llamados “Camisas Rojas” por su vestimenta, la misma que tendrían en lo sucesivo los voluntarios garibaldinos). Jefe de la marina uruguaya, obtuvo importantes éxitos (Cerro, Salto, San Antonio) que le dieron considerable popularidad, pero desencantado por los manejos políticos urugayos, y enterado del inicio de la guerra entre el Piamonte y Austria, regresó a su Niza natal en junio de 1848, tras trece años de ausencia.

Sus servicios no fueron aceptados ni por el papa Pío IX ni por Carlos Alberto de Saboa, rey del Piamonte, pero sí por la sublevada Milán, dominio de Austria, donde fue nombrado general. Tras la derrota de Custoza, resistió durante varias días al austriaco Joseph Radetzky empleando tácticas de guerrilla, habituales en él, antes de rendirse y refugiarse en Suiza. Más adelante fue elegido diputado del reino de Piamonte por Liguria, pero no ejerció como tal, sino que con un puñado de hombres trató de arrebatar Sicilia a los borbones napolitanos; no llegó a su destino, pues recibió noticias del estalllido de una revolución en Roma, a donde se desvió. Al proclamarse la República Romana, fue elegido diputado, al igual que Mazzini, de la Asamblea Constituyente; organizó el ejército romano e hizo frente en 1849 a los ejércitos franceses comandados por Carlos Nicolás Oudinot (enviados por el presidente Luis Napoleón) y a los borbónicos napolitanos, a los que había pedido ayuda el papa, en Civitavecchia (30 de abril), Palestrina (9 de mayo) y Velletri (19 de mayo). Pero, muy inferior en fuerzas, a principios de julio rindió la ciudad y se retiró a los pantanos de la Romaña (donde murió su esposa el 4 de agosto) y luego al Estado neutral de San Marino. Durante el traslado a Venecia, por mar, de lo que quedaba de su ejército, fue hostigado por los austriacos. No tuvo más remedio que volver a Turín vía Génova, donde seguía sin estar bien considerado.

Arrestado en septiembre, tuvo que marchar por segunda vez al exilio. Durante unos meses estuvo en Túnez y Tánger (Marruecos), donde inició la primera redacción de sus memorias, hasta que en julio de 1850 viajó de nuevo a América, en esta ocasión a los Estados Unidos: trabajó como cerero en Nueva York, en la fábrica de un italiano llamado Antonio Meucci, y luego realizó diversos viajes por el pacífico en un barco peruano, del que luego sería capitán. Habiendo ahorrado algún dinero, en 1854 se entrevistó con Mazzini en Londres para tratar de convencerle para que se adhiriese al proyecto unificador de los Saboya; luego retornó a Niza, donde permaneció un año, comprando en 1855 la mitad de la isla de Caprera (situada muy próxima a la de Cerdeña, al norte de la misma), y dedicándose a la agricultura.

En 1857 volvió a la actividad política. Mostrándose pragmático y a pesar de ser republicano, se proclamó dispuesto a apoyar a los reyes piamonteses, los Saboya, en los que veía el único poder capaz de dirigir los esfuerzos por unificar Italia. Por ello se adhirió a la Sociedad Nacional (Società Nazionale, que agrupaba a patriotas de todo tipo). Reanudada la guerra contra Austria en 1859, recibió el mando de un cuerpo de voluntarios, los Cacciatori delle Alpi (‘Cazadores de los Alpes’), que lucharon en torno al lago Maggiore (norte de Italia) contra los croatas del ejército austriaco con resultados favorables (batallas de Varese, San Fermo, Bérgamo y Brescia). Tras firmarse el armisticio de Villafranca (8 de julio), que no era sino un compromiso temporal, regresó a Turín como diputado y allí, en oposición al primer ministro Camilio Benso, conde de Cavour, se mostró partidario de una monarquía fuerte que encabezara sin trabas la liberación de Italia. Recibió el segundo mando del ejército de la Liga de Italia central (Toscana) y a principios de 1860 contrajo segundas nupcias con Giuseppina Raimondi, de la que se separó unos meses después.

Las grandes campañas de los años sesenta

Ese mismo año el Piamonte cedió a Francia, a cambio de su no intervención, gran parte del antiguo ducado de Saboya y también Niza. Esto causó una gravísima crisis de gobierno, de la cual salió fortalecido el Partido de Acción, que designó como jefe a Garibaldi, igualmente disgustado por la cesión de su ciudad natal. Retornando a sus anteriores posiciones revolucionarias, se mostró abiertamente partidario de conquistar el sur de Italia; así, estimulado por Francesco Crispi, al estallar una sublevación en Sicilia el 4 de abril de 1860, desembarcó con 1.085 hombres (los Mil) en la ciudad de Marsala (11 de mayo), cuyo mando asumió en nombre del rey Víctor Manuel II. Realizó una rápida campaña gracias a otras insurrecciones populares, entrando el 27 de mayo en Palermo, cruzando en agosto el estrecho de Messina y tomando a continuación Reggio y la propia Nápoles (7 de septiembre). Se proclamó “Dictador de las Dos Sicilias” y el 2 de octubre obtuvo un gran éxito en la batalla de Volturno sobre un ejército borbónico de 20.000 hombres. Con el reino napolitano completamente bajo su control, iba a proseguir sus conquistas atacando los Estados Pontificios cuando Cavour se le adelantó por el norte, penetrando por Umbría y las Marcas. Para evitar un enfrentamiento con aquel, retrocedió hasta Teano (Campania), donde el 7 de noviembre hizo entrega de Nápoles al monarca piamontés, al que ya consideraba como rey de Italia (hasta el 18 de abril de 1861 no fue formalmente coronado). A los pocos días se retiró a Caprera, rechazando en julio de 1861 el ofrecimiento del presidente estadounidense Abraham Lincoln de dirigir un ejército americano.

En marzo de 1862 fue elegido presidente de la Sociedad Emancipatoria, pero se intensificaron las diferencias con los liberales, especialmente cuando trató de conquistar los territorios italianos aún irredentos en el centro de la península. En Sarnico (provincia de Bérgamo, Lombardía) y Aspromonte (Calabria), el 29 de agosto de 1862, se le opuso el ejército piamontés, siendo herido y capturado en la segunda batalla. En medio de un verdadero escándalo, que hizo caer al gobierno, tuvo que ser liberado, recuperándose de sus heridas en Caprera durante un año. Viajó en 1864 a Inglaterra, donde fue aclamado como un héroe por ingleses (fue recibido por el propio primer ministro británico, Henry John Temple, lord Palmerston) e italianos exiliados.

Al poco, estalló en 1866 una nueva guerra de liberación, la tercera, contra Austria, donde una vez más obtuvo el mando de voluntarios, que operando en Verona y el Tirol debían impedir la entrada de tropas enemigas en Italia. Derrotado inicialmente en Custoza, venció posteriormente en Bezzeca (20-21 de julio) y se aproximó a Trento, debiendo retroceder a una orden del gobierno piamontés («Obedisco», ‘obedezco’, contestó); sin embargo, gracias a la derrota austriaca contra Prusia en Sadowa y a la ayuda francesa, por la paz de Viena del 3 de octubre el Véneto se incorporaría definitivamente a Italia. Quedaba Roma. Así, en septiembre de 1867 promovió por su cuenta una nueva insurrección. Mientras él era retenido cerca de Siena y enviado a Caprera, sus tropas se dirigieron a aquella ciudad; al final pudo unirse a ellas vía Florencia; venció en octubre en Monterrotondo, Viterbo y Velletri, pero luego, en Mentana (Lazio, 3 de noviembre de 1867), fue derrotado por Napoléon III, que además presionó al Piamonte para que condenase la aventura de Garibaldi. Durante tres años estuvo confinado en Varignano y Caprera, donde se dedicó a escribir (Clelia o il goberno dei preti, Cantoni il volontario).

En 1870, durante la Guerra Franco-Prusiana, apoyó a los republicanos franceses. Desembarcó en Marsella el 7 de octubre y se ocupó de organizar el ejército de los Vosgos. Mientras que en Italia por fin Roma era ocupada por los ejércitos italianos y proclamada capital del reino unificado, Garibaldi vencía en Châtillon-sur-Seine (noviembre) y en Autun (diciembre), deteniendo el avance prusiano; después, a principios de 1871 venció otra vez en Dijon, ciudad que ocupó. Fue diputado por Burdeos hasta febrero, ofreciéndosele el mando de las tropas de la Comuna de París, que rechazó a pesar de que sus simpatías estaban con los revolucionarios.

No tardó en retirarse una vez más a Caprera, donde permanecería ya el resto de su vida. En 1873 publicó I Mille (‘Los Mil’) y en 1874 fue elegido diputado. Cada vez más próximo al socialismo, llegó a adherirse a la Internacional. Apoyó al gobierno izquierdista italiano de 1876, aunque con reservas hacia el parlamento. En 1879 fundó la Lega della Democrazia (‘Liga de la Democracia’), proponiendo el sufragio universal, la confiscación de las propiedades eclesiásticas y la abolición del ejército permanente. Este año contrajo matrimonio por tercera vez con Francesca Armosino, después de anularse el matrimonio con su segunda mujer muchos años después de su separación; con Francesca tendría tres hijos más, Celia, Teresita y Manlio. Murió a mediados de 1882, a la edad de 75 años, poco después de haber realizado un triunfal viaje por Sicilia. Militar excepcional, no tenía en cambio dotes políticas: con actitudes a veces contradictorias, que oscilaron entre el republicanismo revolucionario y la monarquía, su idea de Estado era hasta cierto punto utópica, mostrándose partidario de una dictadura popular sin parlamento. Fue, en todo caso, una figura romántica de gran prestigio, dentro y fuera de su país.

Bibliografía

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Autor

  • Bernardo Gómez Álvarez