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HistoriaBiografía

Espinosa, Gaspar (1484-1537).

MIlitar español, nacido hacia 1484 en Medina del Río Seco (según Fernández de Oviedo, que le conoció bien, aunque las crónicas del siglo XVI le atribuyeron otros lugares de nacimiento, como Medina del Campo y Valladolid) y fallecido en 1537 en Cuzco. Fue un leguleyo que, a pesar de no poseer los títulos académicos de licenciado ni doctor, era conocido como el licenciado Espinosa, y como tal amasó una gran fortuna en la Castilla del Oro. Sentenció a muerte a Balboa y fue socio capitalista de Pizarro y Diego de Almagro para la conquista de Perú.

Pasó a estudiar a Salamanca y se hizo bachiller en leyes. Se las dio luego de licenciado y en el Perú le llamaron incluso doctor, pero no obtuvo tales títulos. Debió de tener alguna relación con Pedrarias Dávila, pues logró que éste le nombrara alcalde mayor de Santa María la Antigua cuando organizó su expedición. Embarcó con Pedrarias en 1514 y llegó a Santa Marta y luego a Castilla del Oro.

En Santa María la Antigua, poco después de su llegada, pregonó el juicio de residencia contra Vasco Núñez de Balboa, mientras Pedrarias hacia por su parte una pesquisa secreta sobre su antecesor. Espinosa condenó a Balboa a penas pecuniarias por sus delitos contra el bachiller Enciso y por la muerte de Diego Nicuesa y Pedrarias pensó que había sido sobornado por el Adelantado de la Mar del Sur. El juicio levantó gran revuelo y muchos de los conquistadores españoles abandonaron Castilla del Oro.

Pedrarias se sirvió luego de Espinosa para la conquista del territorio panameño. Cuando se enfrentó con Pocorosa le pidió que le reforzase con una fuerza de soldados y Espinosa salió al encuentro de un grupo de tres mil indios a los que venció fácilmente, iniciando varias causas contra ellos. Actuó además con gran crueldad, ahorcándoles y cortándoles las narices y las manos. Luego siguió sembrando el terror en numerosos pueblos indígenas, como pormenoriza Las Casas. Empeñado en recobrar el tesoro que los indios habían cogido a Badajoz, unos 80.000 castellanos, empleó toda clase de ardides para que se lo entregaran. Los indios no pudieron resistir más y reunieron unos veinte mil hombres para atacarle, pero Espinosa logró salir bien del encuentro. Nuevas razias le permitieron regresar al Darién con mas de dos mil esclavos y un enorme botín. Pedrarias le recibió encantado y cuando le pidió permiso para explorar otros territorios le fue concedido sin objeciones, lo que supuso nuevas crueldades contra los naturales.

Vino luego el episodio e la captura de Vasco Núñez de Balboa, tras la cual Pedrarias ordenó a Espinosa procesarle por traidor. El leguleyo levantó el proceso y concluyó que Balboa era culpable, por lo que indicó a Pedrarias que merecía la pena de muerte, pero que en honor a sus servicios no podía ser ejecutado. Insistió Pedrarias y Espinosa le pidió que escribiera la sentencia de su puño y letra, lo que hizo el gobernador. Balboa fue ejecutado Balboa en Acla en enero de 1519 y Pedrarias premió la fidelidad del letrado nombrándole teniente de gobernador. Con tal título le siguió a la costa de la Mar del Sur donde se fundó Panamá y se hicieron numerosas incursiones por las tierras indígenas, en las cuales Espinosa consiguió 30.000 pesos de oro y muchos esclavos.

Pedrarias fue sucedido por el gobernador Lope de Sosa, que falleció el mismo día de su llegada al Darién. Con él vino el licenciado Alarconcillo, que debía realizar el juicio de residencia a Pedrarias, pero el fiel Espinosa le enredó en cuestiones jurídicas para evitarlo y consiguió que Pedrarias continuara al frente de la colonia. El licenciado Espinosa partió luego de Panamá para explorar las islas de Zebaco. Recorrió la costa y se dirigió luego a Veraguas, donde los indios le informaron que abundaba el oro. Allí venció al cacique Urraca, emprendió el regreso a Panamá y, de camino, fundó Natá.

El gobernador de Castilla del Oro decidió entonces enviar al rey su quinto, para congraciarse con él. Se dispuso enviar a la Corte un procurador que llevara consigo los 600.000 pesos de plata y 2.500 marcos de perlas que le correspondían, así como las peticiones de los vecinos. Espinosa fue el procurador elegido, que partió para España llevando el dinero del rey y el suyo propio. Viajó a la Península, entregó el quinto y regresó a su ciudad natal de Medina de Río Seco, de donde pasó luego a la Corte. Allí se entrevistó con el emperador y se quedó algún tiempo, dándose aires de gran señor. Carlos V le premió con un escudo de armas y la Villa de Madrid con un cargo de corregidor. El consejo le encargó además la ejecución del juicio de residencia de los oidores de la isla Española, junto con Zuazo. Realizó su cometido y finalmente volvió a su antigua Panamá, donde se embarcó en el asunto de la conquista del Perú. Acababa de regresar de España Francisco Pizarro con su capitulación para el Virú y andaba buscando socios para la empresa. Espinosa utilizó un testaferro, el padre Luque, con quien habían hecho compañía Pizarro y Almagro. Como Luque carecía de dinero, le facilitó los 20.000 pesos de oro que necesitaba, a cambio de lo cual le exigió la tercera parte de lo que se obtuviese con la conquista del Perú (1531).

Vino luego la conquista peruana, que siguió paso a paso, informando al rey de todos sus pormenores, como se ha verificado al encontrar algunas de sus cargas en el Archivo Vaticano. Tras Cajamarca sobrevino el levantamiento general indígena de 1536, que puso en aprietos a Pizarro. El conquistador buscó ayuda en todas partes y Espinosa reunió 250 soldados con los que se presentó en el Perú. Llegó tarde, pues había terminado la rebelión protagonizada por Manco Inca, pero había comenzado la guerra personal de los dos conquistadores Pizarro y Almagro. Este último arribó a Cuzco y apresó a los hermanos de Francisco, quien decidió ir a negociar con su antiguo socio. Luque y otros se opusieron, diciéndole que era una encerrona. Francisco Pizarro mandó entonces una delegación a Cuzco en la que naturalmente estaba Espinosa. El socio capitalista intentó evitar la guerra civil por todos los medios posibles y quiso convencer a Almagro para que se aviniera a aceptar la ciudad de Cuzco, tal como se le ofrecía, pero no tuvo éxito. Enfermó entonces gravemente y falleció en la antigua capital incaica.

Bibliografía

  • FERNÁNDEZ DE OVIEDO, G. Historia general y natural de las Indias. Madrid, B.A.E., Editorial Atlas, 1959, 5 vols.

  • MENDIBURU, M. Diccionario histórico-biográfico del Perú. Lima, Imprenta Gil, 1931-1938, 15 vols.

  • PIZARRO, P. "Relación de las Cosas del Perú desde 1543 hasta la muerte de Gonzalo Pizarro", en Crónicas del Perú. Madrid, Atlas, 1963, vol. V.

MLS

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  • 0109 MLS