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HistoriaPolíticaBiografía

Egmont, Lamoral, Conde de (1522-1568).

General y político flamenco, nacido en La Hamaide (Hainaut, actual Bélgica) en 1522 y muerto en Bruselas en 1568. Fue uno de los principales dirigentes de la oposición contra la política centralista del gobierno de Felipe II en los Países Bajos. Aunque en el momento crítico del estallido de la rebelión holandesa se puso del lado de la Monarquía Hispánica, fue víctima de la represión dirigida por el duque de Alba por orden de Felipe II, que deseaba acabar con cualquier atisbo de resistencia nacional, y murió ejecutado en vísperas del estallido de la revolución holandesa.

Nació en el seno de una familia de la aristocracia flamenca. Poseía enormes señoríos agrícolas en los Países Bajos y era señor del principado de Gaver y de la ciudad de Armentières. Ya en su juventud se distinguió por su capacidad como táctico militar y por su valor en las campañas de Carlos I (V de Alemania) en Flandes y en el norte de Francia. Tras la subida al trono de Felipe II, sirvió lealmente al nuevo monarca, dirigiendo los ejércitos flamencos en las sonadas victorias de San Quintín (1557) y Gravelinas (1558) contra Francia. Estos triunfos le convirtieron en uno de los más destacados caudillos militares al servicio de Felipe II. En pago a su lealtad y como reconocimiento a sus servicios en el campo de batalla, el rey le concedió el cargo de estatúder (capitán general) de las provincias de Brabante y Artois, y le nombró miembro del Consejo de Estado que presidía Margarita de Parma, gobernadora de los Países Bajos y hermanastra de Felipe II.

Sin embargo, desde 1559 Egmont se unió a la oposición nobiliaria que, encabezada por Guillermo I, príncipe de Orange, exigía el respeto a las libertades flamencas, conculcadas por la política centralista, autoritaria y contrarreformista del odiado cardenal Granvela, lugarteniente de Felipe II en el Consejo de Estado de los Países Bajos y consejero privado de Margarita de Parma. Egmont lideró la oposición a la pretensión monárquica de reclutar tropas en los Países Bajos para combatir, fuera de su territorio, a los protestantes hugonotes franceses, contra los que Carlos IX de Francia había pedido ayuda a Felipe II. El partido nobiliario exigió sin descanso, a través de Egmont y de Guillermo de Orange, el cese de Granvela, cuyas decisiones prevalecían invariablemente sobre las del Consejo de Estado de Flandes. El 23 de julio de 1561, Egmont firmó una carta, redactada por el príncipe de Orange, en la que la nobleza flamenca protestaba ante el rey por la ineficacia a la que había quedado reducido el Consejo y contra el autoritarismo de Granvela. Ante la presión de los estamentos políticos flamencos, Felipe II ordenó la salida de Flandes del cardenal el 13 de marzo de 1564.

Sin embargo, la marcha de Granvela no supuso un cambio sustancial en la política de Felipe II respecto a los Países Bajos, simbolizada por la implantación de la Inquisición pontificia ese mismo año para luchar contra la "herejía" calvinista. En 1565, Egmont, como miembro del ala moderada del partido nobiliario, fue designado para presentar ante el rey una lista de agravios y exigencias. Con este propósito viajó a Madrid y se entrevistó repetidamente con el rey, al que explicó las razones que habían motivado la rebelión en ciernes de la nobleza flamenca. Protestó contra la monopolización de los cargos de gobierno por extranjeros en los organismos políticos flamencos y exigió el fin de la persecución contra protestantes y calvinistas. No consiguió convencer a un Felipe II dispuesto a imponer su ley a sangre y fuego.

A su regreso a Flandes estallaron los llamados "tumultos de agosto" contra la dominación española, preludio de la revolución que florecería poco después. La revuelta, encabezada por Guillermo de Orange, comenzó en Armentières, señorío de Egmont, y pronto se extendió a todas las provincias. Egmont se desvinculó del movimiento insurreccional, al igual que buena parte de la nobleza católica, que temía el sesgo antiseñorial y calvinista que estaba adquiriendo la revuelta. A fin de demostrar su lealtad a Felipe II, ordenó aplicar en los territorios bajo su gobierno los decretos contra los "herejes" protestantes, cuyo cumplimiento había exigido el rey de forma sumaria. Y, en 1567, renovó su juramento de lealtad al rey ante la gobernadora Margarita de Parma.

Sin embargo, todos sus esfuerzos en aras a la conciliación con la monarquía española quedaron invalidados por la determinación de Felipe II de acabar con cualquier indicio de oposición nacionalista a su gobierno. En 1567 el rey envió a Flandes a Fernando Álvarez de Toledo, duque de Alba, para dirigir la represión contra la nobleza levantisca. Egmont fue advertido por el príncipe de Orange del peligro que corría si permanecía en Flandes, al alcance de Alba. Pero, confiando en su antigua amistad con el rey, decidió permanecer en el país, al igual que Felipe de Montmorency, conde de Horn, quien, pese a su implicación en la defensa de las libertades flamencas, también había tomado el partido realista a la hora de la rebelión.

Egmont y Montmorency fueron detenidos por orden de Alba y juzgados por el Tribunal de los Tumultos, el instrumento judicial creado para reprimir la rebelión y conocido popularmente como "Tribunal de la Sangre". Fueron condenados a muerte por traición, a pesar de la intercesión del emperador Fernando de Austria, tío de Felipe II, y de las protestas y amenazas de la nobleza flamenca. En junio de 1568 fueron decapitados en Bruselas, convirtiéndose en los dos primeros mártires de la larga contienda contra la dominación española en los Países Bajos.

Su trágica caída y la traición del rey que le llevó a la muerte sirvieron de fuente de inspiración a J.W. Goethe para su drama Egmont, escrito en 1788 y musicado por L. van Beethoven en 1810.

Bibliografía

  • CAZAUX, V. Naissance des Pays Bas. París, 1983.

  • FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, M. La política exterior, en El Siglo de oro (Siglo XVI), vol. 5 de la "Historia de España" dirigida por A. Domínguez Ortiz. Barcelona, 1988.

  • ELLIOT, J. H. La España imperial. Barcelona, 1964.

Autor

  • Victoria Horrillo Ledesma