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HistoriaBiografía

Díaz Aux de Armendáriz, Lope. Marqués de Cadereita (1575-ca. 1643).

Político y administrador colonial español nacido en Quito en 1575 y muerto en España hacia 1643. Fue virrey de Nueva España de 1635 a 1640.

Don Lope Díaz de Armendáriz, marqués de Cadereita, nació en Quito en 1575, donde su padre, un gentil hombre de Navarra, ejercía de oidor de la Audiencia. Teóricamente, pues, Cadereita fue el segundo criollo en ser designado virrey de Nueva España, después del segundo, Luis de Velasco. Sin embargo, Cadereita se había criado y educado en España. Había hecho carrera como oficial de la marina, ocupado el importante cargo de general de la flota atlántica y oficiado como embajador en Alemania antes de ser nombrado virrey. En la práctica era, por tanto, un aristócrata peninsular.

Las instrucciones que recibió Cadereita del Consejo de Indias antes de embarcar hacia América no se han encontrado. El marqués llegó a Nueva España en julio de 1635, en compañía del nuevo visitador, Pedro de Quiroga y Moya que, entre otras cosas, tenía encomendado el juicio de residencia del virrey saliente, el marqués de Cerralvo, a quien Cadereita sustituyó formalmente el 16 de septiembre.

En contraste con Cerralvo, Cadereita no tuvo que enfrentarse a conflictos con la iglesia. En gran parte, ello se debe a que el arzobispado de México estaba aún vacante tras el regreso a España de don Francisco Manso, y que el obispo de Puebla, Bernardo Gutierre de Quiroz, quien podría haber ejercido el liderazgo de la oposición a la autoridad virreinal, optó por no hacerlo. Sin embargo, lo que Cadereita no pudo evitar fueron enfrentamientos y conflictos de carácter civil. La crisis económica y minera (que afectó en especial a Zacatecas), la recesión comercial y el auge de actividad corsaria en el Caribe, que se saldó con la toma de Curaçao en 1635, contribuyeron de forma decisiva a empeorar el clima de pesimismo que reinaba en el virreinato. A ello se sumó la decisión, tomada por la corona en 1624, de prohibir el comercio entre México y Perú para proteger los intereses comerciales del Consulado de Sevilla y la imposición de nuevas cargas fiscales para hacer frente a los compromisos militares adquiridos por la corona tras la entrada en guerra con Francia en 1635. Con el propósito de recaudar más dinero para enviar a España, el virrey confiscó todo el capital francés que encontró en el virreinato y reforzó aún más las restricciones comerciales imperantes.

Cadereita tenía ordenes de organizar la construcción y financiación de la Armada de Barlovento, un escuadrón cuya función principal sería proteger el tráfico comercial de la amenaza holandesa en el Golfo de México. A cambio de financiar la construcción y el mantenimiento de la armada, los cabildos de las principales ciudades del virreinato exigían a la corona una serie de concesiones políticas y económicas que presentaron al virrey en un largo memorial en 1637. Los cabildos pedían serles concedido un estatus idéntico al de las ciudades castellanas, la eliminación de varios corregimientos, el control criollo de la Armada de Barlovento, el reconocimiento por parte de la Corona de las encomiendas, la abolición del Consulado de Mercaderes, una mitad de los puestos de la Audiencia para los nacidos y criados en Nueva España, el fin de la política de importar frailes de la Península para las órdenes religiosas en América, un freno a la tendencia de los jesuitas de acaparar la mejor tierra del virreinato, y la apertura inmediata del comercio entre Nueva España, Filipinas y Perú.
Cadereita concedió poco o nada. No obstante, con promesas ambiguas, logró que México y Puebla, las dos ciudades más importantes del virreinato, acordaran pagar 200.000 ducados por año para financiar la construcción y el mantenimiento del escuadrón. El pago se haría por medio de un aumento de la alcabala, primero del 2 al 4% y luego del 4 al 6%, lo que finalmente empeoraría aún más la crisis económica novohispana e incentivaría el contrabando y la evasión fiscal.

Al malestar de los principales grupos de poder e instituciones del virreinato con la política del virrey se sumó la oposición de una facción de la Audiencia, formada por el fiscal Andrés Gómez de Mora y por los oidores Matías de Peralta, Francisco de Rojas y Agustín de Villanueva. Este grupúsculo estaba concertado con el rico mercader don Antonio de Urrutia Vergara, a quien el virrey (alarmado por su influencia entre la población y el poder) había arrestado y enviado a la cárcel. Con el apoyo de los oidores, Urrutía se fugó y se refugió en un convento dominico, desde donde emprendió un feroz ataque contra el virrey. En sus cartas al Consejo, Cadereita acusó a Urrutía y a sus cómplices de la Audiencia de estar conspirando para derrocarle por medio de una rebelión popular.

El Consejo respondió a este cruce de serias denuncias con una serie de cédulas, fechadas en octubre de 1639, por las que ordenaba a Cadereita cesar de inmediato en sus acciones contra Urrutía, cuyo caso debía poner en manos del nuevo visitador general, don Juan de Palafox y Mendoza, y entregar el virreinato a su sucesor, el duque de Escalona. Palafox y Escalona llegaron a Nueva España a finales de junio de 1640. Cadereita entregó el gobierno al duque, pero se quedó en el virreinato. Su relación con Escalona era pésima. De hecho, Cadereita participó en las gestiones que llevarían a la deposición del duque en junio de 1642. En cuanto a su residencia, que el Consejó encargó a Palafox, el marqués fue absuelto de todos los cargos. En abril de 1643, Cadereita finalmente abandonó el virreinato y regresó a España, donde murió.

Bibliografía

  • ISRAEL, J. Raza, clases sociales y vida política en el México colonial, 1610-1670, Fondo de Cultura Económico, México 1980.

  • HANKE, L. Los virreyes españoles en América durante el gobierno de los Austria: México, Biblioteca de Autores Españoles, 273-277 (Madrid, 1976-1978), Lope Díaz de Armendáriz, marqués de Cadereita T. IV, pp. 9-23

Cayetana Álvarez de Toledo
Universidad de Oxford

Autor

  • Sánchez / 0106 CAT