A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
HistoriaBiografía

Álvarez Mendizábal, Juan de Dios (1790-1853).

Juan Álvarez de Mendizábal. Madrid.

Político y financiero español, nacido en Cádiz el 25 de febrero de 1790 y muerto en Madrid el 3 de noviembre de 1853. De origen judío, era hijo de Rafael Álvarez Montañés, comerciante, y de Margarita Méndez, quienes se dedicaba al comercio de trapos, por lo que muy pronto se relacionó con el mundo comercial y financiero, al mismo tiempo que aprendía idiomas. A pesar de que entró en política tempranamente, se jactaba de no ser ni un aristócrata ni un político, sino simplemente un hombre de negocios. Se formó en ambientes financieros, primero trabajando en un banco, para más tarde entrar a formar parte de la Administración militar como funcionario en el período de la Guerra de la Independencia, sirviendo en el ejército llamado del Centro. Fue capturado dos veces, aunque logró escapar.

En seguida despuntó en cuestiones relacionadas con la Hacienda. El 21 de febrero de 1812 se casó con Teresa Alfaro, y por entonces decidió cambiar su segundo apellido, Méndez, por Mendizábal, cambio según se ha supuesto dictado por la necesidad de ocultar el origen judío de los Méndez. Mendizábal entró en contacto con Vicente Bertrán de Lis, del que aceptó un empleo, hasta convertirse en su socio. En esa época fue destacado miembro del Taller Sublime, logia masónica de su Cádiz natal, junto con Istúriz y Alcalá Galiano. Fue comisario de guerra honorario en 1817. A partir de 1819 se encargó de los suministros al ejército en Andalucía, lo cual, además de permitirle hacer negocio, le puso en contacto con los revolucionarios de la región, y se convirtió pronto en uno de ellos. En 1820 Mendizábal fue designado proveedor de la misión militar que Fernando VII mandó para sofocar las revueltas que habían surgido en las colonias americanas. Aprovechó esta situación para financiar y organizar el pronunciamiento militar del general Riego, y se unió a la pequeña tropa organizada por éste, desde el 27 de enero hasta el 4 de marzo de 1820. Como comisario honorario de guerra, firmó la Representación del 27 de febrero de 1821, y se dedicó al comercio con un negocio propio, consistente en importar carey de Birmingham para fabricar peines.

A pesar de haber participado activamente en el levantamiento antiabsolutista, durante el Trienio Liberal Mendizábal renunció a formar parte de la Administración pública. La marcha de las Cortes a Sevilla y Cádiz en 1823 vieron de nuevo a Mendizábal, socio como era de Bertrán de Lis, organizar el traslado, avituallar lo que quedaba de ejército y proceder al aprovisionamiento de Cádiz, ciudad sitiada. El 30 de septiembre Mendizábal escapó a Gibraltar. Condenado a muerte por el absolutismo, como tantos otros, Mendizábal se trasladó a Londres, en donde al principio sufrió prisión por deudas, aunque pronto logró salir adelante, dedicado a la importación de vinos españoles y a tejer una gran red de amigos, familiares y socios que un día le podrían ser útiles. El emperador de Brasil, Pedro I, solicitó su apoyo para conseguir el crédito necesario para que una expedición militar británica devolviera el trono de Portugal a doña María II. En agradecimiento a sus servicios, ésta le nombró Primer Secretario. Los negocios le llevaron también a Francia, con dos viajes, al menos, a París entre 1828 y 1830. Intervino en la financiación de la llamada expedición de Vera, en 1830, de acuerdo con Ardouin y otros banqueros. En el mismo sentido sus negocios le llevaron a la organización de una fuerza militar para actuar en Bélgica.

Mendizábal siguió manteniendo importantes contactos entre los liberales que quedaban en España. En junio de 1835 Toreno llegó a la Presidencia del gobierno bajo la regencia de María Cristina. El conde decidió entonces hacer regresar a Mendizábal de su exilio para ocuparse del Ministerio de Hacienda. Al poco tiempo, el propio Mendizábal fue llamado por la regente a ocupar la Presidencia del Consejo de Ministros, el 14 de septiembre de 1835. La situación del país era extremadamente delicada, puesto que la guerra civil carlista (iniciada por el Infante don Carlos contra la entronización de Isabel II), estaba en su cenit. Además, había surgido un movimiento juntista dentro del liberalismo contrario al Estatuto Real de 1834. La regente pensaba que la figura revolucionaria de Mendizábal sería capaz de contener la revuelta radical. Mendizábal expuso a María Cristina su programa en dos Exposiciones los días 15 y 28 de septiembre. Su programa político incluía el apoyo de las Cortes al nuevo gabinete, la reforma del clero regular, la finalización inmediata de la guerra contra el carlismo y la eliminación de la Deuda Pública. Mendizábal pretendía lograr la armonización de los partidos a través de una modificación en las Cortes del Estatuto Real que suprimiera las cláusulas que habían levantado la oposición de los radicales.

La Guerra Carlista y la Regencia de María Cristina

La llegada de Mendizábal al poder tuvo consecuencias inmediatas: el movimiento juntista se autodisolvió; para ello, mantuvo negociaciones semisecretas con algunas juntas, como las de Andújar, la de Barcelona, Istúriz, Alcalá Galiano, Argüelles y el Conde de las Navas. Los radicales le vieron como un dictador revolucionario con el programa necesario para salvar al país: el Cromwell español, el primer estadista moderno de España. Con su receta extranjera, tenía que devolver al país la confianza que había perdido en la posibilidad de salvarse a sí mismo. No obstante, el partido "mendizabalista" no era el partido popular o de la revolución, sino el de los negociantes y banqueros; lo cierto es que cuando las Cortes le concedieron el voto de confianza, en enero de 1836, para llevar a cabo su programa, le estaban dando su apoyo a un vendedor de humo. Por desgracia para España, el que se suponía primer estadista moderno del país no era más que un banquero de medio pelo con más energía que talento político. Mendizábal iba así a conseguir introducir en España el sistema parlamentario de los Orleans o de doble confianza (la de la regente y la de las Cortes).

Su primera disposición al frente del gobierno (23 de octubre de 1835) fue un decreto que preveía la leva de cien mil hombres para terminar con la guerra civil. La formación de este ejército se sustentaba en un empréstito inglés. Pero la especulación hizo imposible el crédito y tuvo que recurrirse al reclutamiento forzoso. Un segundo punto de su gobierno se concretó en el decreto del 19 de febrero de 1836, por el que se ponían a la venta todos los bienes de las órdenes religiosas extinguidas. Con un tercer decreto de 8 de marzo se eliminaban las corporaciones religiosas de clérigos regulares. Con la venta de los bienes de estas órdenes, Mendizábal pretendía paliar la creciente deuda pública interior. En este proceso desamortizador se admitió, en las subastas de los bienes religiosos, el pago en títulos de deuda consolidada, con el valor nominal de esos títulos. Mendizábal quería que la burguesía se hiciera con aquellas tierras de manos muertas, con el fin de aumentar la producción agrícola.

Esta serie de decretos iba a suponer la finalización del sistema estamental que se mantenía en España. El liberalismo, la regente y Mendizábal recibieron el apoyo de los nuevos propietarios de tierras desamortizadas (aunque la adquisición de estas tierras sólo benefició a los grandes potentados). Pero lo cierto es que pronto se vio que los planes de Mendizábal no llegarían a buen puerto. La discusión de la reforma del Estatuto Real de 1834, que debía unificar a los partidos, no se pudo llevar a cabo. Esto, unido a la imposibilidad de acabar con la revuelta carlista, forzó la dimisión de Mendizábal en mayo de 1836. A pesar de que aún tenía mayoría en las Cortes, la regente le había retirado su confianza de una manera simbólica: se negó a aceptar los relevos militares que le propuso Mendizábal.

Aun así, Mendizábal iba a tener una segunda oportunidad tras el motín de los sargentos en La Granja. Los progresistas había reanudado el movimiento juntista en agosto de 1836, mientras Mendizábal se acercaba a los radicales que encabezaba José María Calatrava. El 12 de agosto, los sargentos -hay fuentes que afirman que embriagados y sobornados por Mendizábal y Calatrava- irrumpieron en el Real Sitio de La Granja obligando a la reina a aceptar un gobierno radical y a restaurar la constitución de 1812 y la Milicia Nacional. Con el nuevo gobierno de Calatrava, Mendizábal volvió a obtener la cartera de Hacienda y se dispuso a continuar sus reformas donde las había dejado.

Organizó una quinta militar de cincuenta mil soldados, conocida como quinta Mendizábal, que trataría de acabar con el carlismo. La Milicia Nacional se consideró desde entonces como una reserva del ejército en las cabezas de partido. Entendió necesario pedir un empréstito de ciento veinte millones de reales por las exigencias de la guerra. En lo que se refiere estrictamente a la Hacienda, promulgó la Ley de Desamortización de 29 de julio de 1837. Mediante esta ley los bienes del clero secular pasaban a ser considerados bienes nacionales y se suprimía, además, el atávico diezmo. El 18 de agosto de ese mismo año publicó Mendizábal su Memoria, en la que recopilaba su ideario referente a la reforma hacendística.

Pero de nuevo las turbulentas circunstancias políticas del país hicieron imposible que su mítica reforma se completara felizmente. Con la subida al poder de los moderados, perdió el Ministerio de Hacienda, que volvería a ocupar en mayo de 1843, con el gobierno esparterista de Gómez Becerra. Antes, ocupó otros cargos públicos: fue elegido procurador por Gerona, Barcelona, Granada, Madrid, Málaga, Pontevedra y Cádiz -eligió Cádiz-; de nuevo en 1837-38 y en 1838-39, fue diputado por Madrid. En 1839, elegido por Madrid, Albacete y Murcia, optó por esta última. Fue diputado por Madrid en 1840 y en 1841, elegido por Albacete, Ávila, Cádiz, Murcia, Toledo y Madrid (optó por la capital). En el tema de la Regencia fue trinitario. Igualmente representó a Madrid en la primera legislatura de 1843.

Su labor en este nuevo gobierno esparterista fue mínima, ya que el gabinete tenía que enfrentarse a los problemas más acuciantes de la guerra civil iniciada por los militares moderados y progresistas contra la regencia de Espartero. Éste cayó de resultas de la insurrección. Cuando los moderados, ahora encabezados por Narváez, volvieron a ocupar el poder, Mendizábal emprendió de nuevo el camino del exilio. Conservando todavía su influencia en el Partido Progresista, regresaría a España en 1847, para ocupar hasta su muerte un escaño de diputado en Cortes. Falleció en Madrid el día 3 de noviembre de 1853.

Bibliografía

  • Janke, Peter: Mendizábal y la instauración de la monarquía constitucional en España (1790-1853). (Madrid, 1974).

  • Rubio Gandía. La obra de gobierno de Mendizábal. (1996).

  • FONTANA LÁZARO, Josep: La quiebra de la monarquía absoluta, 1814-1820 (La crisis del Antiguo régimen en España). (Barcelona, 1971).

  • -----------------------------------: La revolución liberal. (Madrid, 1977).

  • MORATILLA, Bernardo: Estadística del personal y vicisitudes de las Cortes y de los Ministerios de España. (Madrid, 1880).

  • GIL NOVALES, Alberto. Rafael de Diego, la revolución de 1820, día a día. Cartas, escritos y discursos. (Madrid, 1976).

  • "Prensa satírica de la época de Larra: El Matamoscas" (1983).

  • "El movimiento juntero de 1835 en Andalucía" (1983).

  • ÁLVAREZ Y ALFARO, Rafael: Reseña histórica de los negocios de don Juan Alvarez Mendizábal, pendiente con el Gobierno de S.M. desde 1823 a esta fecha, y restractado de espediente seguido sobre los mismos. (MADRID, 1854).

Autor

  • Victoria Horrillo Ledesma