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HistoriaBiografía

Afan de Ribera y Enríquez, Fernando. Duque de Alcalá de los Gazules (1583-1637).

Noble y humanista español nacido en Sevilla en 1583 y muerto en Vilak (Alemania) en 1637. Tercer duque de Alcalá de los Gazules, poseía además el título nobiliario de marqués de Tarifa. Los monarcas Felipe III y después Felipe IV le dieron el cargo administrativo-militar de adelantado mayor de Andalucía, que en esta época tenía una función más de prestigio que de efectividad y de hecho lo ostentaba su familia desde varios años antes. También desempeñó numerosos cargos y misiones por encargo de la monarquía en especial durante el reinado de Felipe IV y bajo la protección del conde-duque de Olivares. Fue vicario del rey en Italia, virrey de Nápoles, embajador ante la Santa Sede en época del pontificado del papa Urbano VIII, gobernador general del Milanesado, ministro plenipotenciario de la monarquía hispánica en el congreso que se celebró en Colonia en 1636, capitán general de Cataluña.

Nació en el seno de una familia noble, cuyo título principal, el del ducado de Alcalá, había sido creado pocos años antes por Felipe II en la figura de Pedro Afán de Ribera. Fernando era hijo de Fernando y de Ana Girón, que era hija del primer duque de Osuna. Desde su infancia y juventud, en la que era el heredero a suceder a su padre en títulos y misiones para la monarquía, fue muy dado, como veremos, al estudio y las artes, pero igualmente a los asuntos relacionados con la fe y la religión católica. Su primera misión política importante para la monarquía fue cuando se le nombró capitán general de Cataluña. Su siguiente misión política empezó una larga estancia en tierras italianas, cuando el rey le nombró como embajador extraordinario en la corte del papa Urbano VIII, el cardenal Maffeo Barberini, que había ascendido al solio pontificio en 1623 y mostraba una tendencia política que era favorable a Francia y que Francisco Afán Rivera tuvo que compensar. Ya en Italia, y debido a su anterior vinculación a la Corona de Aragón como virrey de Cataluña, fue nombrado virrey de Nápoles en 1630 en sustitución del duque de Alba, con el que tuvo un incidente protocolario cuando este cumplía su función de escolta hacia la corte imperial de Viena de la reina María de Hungría, disputa que obligó en la corte a la reunión de los Consejos de Estado, Cámara e Italia. Dicho incidente mostraba claramente los bandos nobiliarios existentes en el seno de la monarquía hispánica y que fueron tan peligrosos en el futuro, como por ejemplo con la sublevación nobiliaria de Andalucía en la década de 1640. Pero pese a tal incidente y debido a la satisfacción con la que cumplió su cargo el monarca le nombró gobernador del Milanesado.

La culminación de la labor a favor de los intereses de la monarquía hispánica en Italia llegó cuando el rey, Felipe IV, le nombró vicario, representante, del monarca para toda Italia. Después, el rey le nombró ministro plenipotenciario en el congreso de Colonia que inició sus sesiones en 1636 y en el que se buscaba la paz para el conflicto generalizado de Europa, pero que finalmente fracasó en sus objetivos Cuando cumplía su misión en dicho congreso, le sobrevino la muerte. Una vez fallecido sus restos fueron llevados a España y depositados en el panteón familiar. Durante el reinado de este monarca mantuvo algunas diferencias con el valido o privado Gaspar de Guzmán, el conde-duque de Olivares, que por otra parte era su amigo y mantuvieron una estrecha relación epistolar. Esta cierta fricción quedó patente cuando, junto con otros nobles, no le devolvió a este, en 1626, una visita de cortesía en el momento en el que el cardenal legado Francesco Barberini se encontraba en Madrid. No obstante esto no impidió que cuando se produjo en Castilla la depreciación de las monedas de uso cotidiano, el vellón, cosa que ocurrió en el verano de 1628, el propio conde-duque avisase a el duque de Alcalá para que así pudiese deshacerse de las mismas.

Además de su intensa vida política y pese a que falleció relativamente joven, desarrolló una prolífica labor cultural, tanto como mecenas como autor, el mismo, de obras pictóricas y literarias. En su viaje a Roma cuando fue nombrado embajador ante el papa, se llevó con el a su protegido, el pintor Diego Rómulo, con la pretensión de que este, en contacto con la cultura italiana, mejorara en su arte. Su relación con el papa fue tal que incluso este se prestó como modelo de tal forma que el artista efectuó un retrato del mismo. También aprovecho su estancia durante tantos años en Italia para recoger restos de mayor o menos antigüedad y que estaban relacionados con la cultura clásica, principalmente romana. Estos objetos fueron trasladados al palacio familiar en Sevilla, que recibió así el nombre de Casa de Pilatos. En esta residencia tuvieron lugar además ciertas reuniones literarias, con las que la nobleza competía entre si en el patrocinio de las artes. Otra de sus pasiones relacionadas con la cultura eran los libros. En la mencionada residencia sevillana logró reunir una espléndida biblioteca, en la cual también se encontraban documentos y manuscritos antiguos. Pero su amor por los libros no solo quedó reflejada en su biblioteca, sino que además el escribió varias obras, e igualmente Lope de Vega le dedicó una que tenía por título Lo cierto por lo dudoso. Pero a su mano debemos un estudio que tituló El Título de la Cruz; igualmente, y en nombre del monarca de la monarquía hispánica, dedicó al papa Urbano VIII una oración de gratitud; también escribió una obra sobre La Pasión de Jesucristo. Igualmente escribió algunas obras poéticas así como una compilación que realizó de escrituras y privilegios que quedaron reflejadas en una treintena de volúmenes.

Bibliografía

  • GONZÁLEZ MORENO, J., Don Fernando Enríquez de Ribera, tercer duque de Alcalá de los Gazules, 1583-1637. Sevilla, 1969.

Autor

  • MFD