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Biografía

Moltke, Helmuth Karl Bernhard von (1800-1891).

Militar alemán, nacido el 26 de octubre del año 1800, en Parchim (Mecklemburgo), y muerto el 24 de abril del año 1891, en Berlín. Mariscal de campo general, Moltke fue, además de Napoleón Bonaparte, el estratega más ilustre del siglo XIX; y junto con Otto von Bismarck, el artífice de la unidad alemana del año 1871. Tanto Moltke como Bismarck supieron unir sus aptitudes naturales y su excelente preparación en un binomio perfecto con el que protagonizaron dos enfrentamientos europeos de consecuencias trascendentales para la futura nación alemana: en 1866, la batalla de Königgrätz (Sadowa), contra Austria; y en 1870, la de Sedán, contra Francia.

Juventud e inicios profesionales.

Hijo del teniente general del ejército danés Víctor Moltke, el joven Helmuth vivió sus primeros años en la ciudad natal de su madre, Lübeck, lo que hizo que viviera en sus propias carnes el saqueo del año 1806 de la ciudad por las tropas napoleónicas. Fue educado con métodos ilustrados. Debido a ciertos apuros económicos de la familia, dos de los ocho hijos del matrimonio Moltke fueron enviados, en el año 1811, a la Escuela Militar de Cadetes de Copenhague, en la que su propio padre había sido alumno; en ella, y durante siete largos años, el pequeño Helmuth recibió una educación durísima y en exceso espartana, circunstancia que posteriormente marcaría su carácter, como el propio Moltke reconoció en varias cartas y escritos referentes a aquel período. En el año 1821, Moltke realizó una visita a Berlín, lo que le hizo tomar la decisión de abandonar la oficialidad danesa para ingresar en la prusiana, donde veía mayores posibilidades de promoción y salidas a su ambición profesional, práctica que, por otro lado, era habitual en aquella época.

En el año 1822, Moltke empezó su carrera militar al servicio de Prusia, sirviendo en el 8º Regimiento estacionado en Frankfurt del Oder con el grado de teniente. Al año siguiente fue enviado a la prestigiosa Escuela de Guerra de Berlín para continuar con su esmerada preparación castrense, gracias, sobre todo, a los excelentes profesores que tuvo, como Carl Ritter, discípulo del gran geógrafo Ranke, o Karl von Clausewitz, autor de la excelente obra teórica De la guerra, libro que más tarde Moltke mencionó entre sus cinco libros favoritos. La formación que recibió en la Escuela (más tarde Academia) de Guerra le convirtió en un oficial altamente cualificado e instruido, hecho que en múltiples ocasiones le enfrentó con la oficialidad prusiana más tradicional, procedente de los junkers prusianos, los cuales valoraban más la habilidad con la espada que con la pluma. Su formación en la Escuela no se limitó a la ampliación de conocimientos dentro del más puro estilo castrense, ya que Moltke, al igual que todos los alumnos, tuvo la posibilidad de asistir totalmente gratis a las clases de la Universidad, las cuales fueron aprovechadas al máximo por éste, siguiendo cursos de literatura francesa e inglesa, de historia moderna, de dibujo y pintura, de idiomas, etc. Con el fin de mejorar sus finanzas, con un sueldo paupérrimo como teniente, Moltke empezó a publicar cuentos en revistas, como el titulado Los dos amigos, de gran inspiración romántica.

En el año 1827 regresó a Frankfurt del Oder como profesor de la Escuela de División, para, al año siguiente, conseguir un puesto en la Oficina Topográfica del Alto Estado Mayor. Su gran afición a la historia le indujo a elaborar una serie de estudios y publicaciones, muy interesantes desde el punto de vista histórico, como fueron: Holanda y Bélgica en su relación recíproca, desde su separación de Felipe II hasta su reunificación bajo Guillermo I (1831), y Exposición de las circunstancias internas y de la situación social en Polonia (1832). También se atrevió con la traducción de la magnífica obra de Gibbon History of the decline and fall of the Roman Empire. Su Historia de la guerra ruso-turca de 1828/29 (1845) inauguró una larga lista de obras escritas por él sobre ciencia militar. Los trabajos topográficos le introdujeron en la disciplina de la geografía particular de los países analizados en sus obras, a los que Moltke siempre añadía completos estudios económicos, culturales e históricos. Todos estos rasgos correspondieron a un hombre procedente de la nada, trabajador, dispuesto a recorrer el sendero de una profesión no elegida por él, pero en la que volcó todas sus cualidades y también carencias. Dotado de un inmenso afán de saber, Moltke fue un hombre serio, algo tímido, frío pero sensible y, sobre todo, observador y muy callado, cualidad ésta última por la que mereció el apelativo de "El Gran Silencioso".

Trayectoria profesional.

Cuando, en el año 1834, Moltke fue nombrado capitán del Alto Estado Mayor, sus apuros financieros cesaron por completo. Solicitó seis meses de vacaciones sin sueldo para poder viajar a Turquía y Grecia, período que acabó convirtiéndose en un contrato beneficioso de trabajo para el cualificado oficial prusiano, a las órdenes del bajá Josrev de Constantinopla, con el visto bueno del Alto Mando berlinés. Moltke, en calidad de consejero militar del bajá en la lucha que Turquía mantenía contra los rebeldes kurdos y contra Egipto, tuvo sus primeras experiencias positivas en el frente, pese a la terrible derrota que sufrió el ejército otomano en la batalla de Nisib, en el año 1839, aunque el descalabro se debió más al general turco Hasib, quien hizo más caso a los magos turcos y a sus presagios que a los consejos militares y estratégicos de Moltke.

El prometedor oficial prusiano realizó un excelente mapa topográfico de Constantinopla, a escala 1:25.000, que fue el mejor de su género durante muchos años, además de volcar sus experiencias turcas en su obra Cartas sobre las circunstancias y acontecimientos en Turquía.

A su regreso a Alemania, Moltke entró de nuevo en el Estado Mayor prusiano. En el año 1842, Moltke contrajo matrimonio con Mary Burt, de procedencia inglesa, cuando ésta tan sólo contaba diecisiete años, enlace que provocó una cierta indignación y perplejidad en la acartonada, rígida y austera sociedad prusiana. De hecho, a pesar de la gran diferencia de edad entre ambos, fue un matrimonio muy feliz y compenetrado, sólo ensombrecido por la ausencia de hijos y por la muerte prematura de ella, en el año 1868.

Nuevamente, a tenor de un nombramiento un tanto peculiar, Moltke fue separado del escritorio al ser designado ayudante del excéntrico príncipe Enrique de Prusia, el cual residía en Roma. La breve estancia romana tampoco fue desaprovechada por Moltke, que levantó, con la ayuda de su esposa, un mapa de la urbe romana muy preciso y exploró a fondo la Ciudad Eterna. Tras la muerte del príncipe, al año siguiente, Moltke fue destinado al Estado Mayor del 8º Ejército de Coblenza. La paulatina politización del ejército prusiano en torno a los acontecimientos revolucionarios del año 1848 le inspiraron gran indignación y cansancio, hasta el punto de cuestionarse su continuidad en la milicia, lo que hizo que no tomase partido alguno en público, prudencia que le sirvió para, en el año 1855, ser nombrado primer ayudante del príncipe Federico Guillermo, de 24 años de edad e hijo del heredero al trono prusiano. Su nueva misión era bastante delicada, ya que el rey Federico Guillermo IV estaba políticamente enfrentado con su hermano y heredero, Guillermo, príncipe de Prusia y primer oficial del ejército prusiano, pero Moltke supo ejercerla a satisfacción de ambos.

Moltke jefe del Alto Estado Mayor.

En el año 1857, Moltke alcanzó la jefatura del Alto Estado Mayor prusiano, merced a una serie de circunstancias accidentales. Ese mismo año, el príncipe de Prusia (y hermano del rey) Guillermo, fue nombrado regente por la enfermedad del monarca, a lo que se sumó que casi al mismo tiempo muriera el general en jefe Karl von Reyher. Moltke fue señalado por todos los sectores prusianos, militares y políticos, como un hombre situado políticamente en el punto medio, además de ser el militar mejor preparado en todos los aspectos del ejército prusiano.

En vista de que el Alto Estado Mayor era en aquel tiempo un órgano poco decisorio y dependiente por entero del ministerio de la Guerra, Moltke se limitó a dejar las cosas como estaban, en consonancia a su carácter, y cumplir con su trabajo a la perfección, esto es, a preparar a los nuevos oficiales, dando especial importancia al estudio de la historia de las guerras, con análisis minuciosos de los medios, tácticas y posibilidades empleadas por ambos lados. Moltke tuvo la oportunidad de comprobar sus teorías gracias a la guerra de Francia e Italia contra Austria, en el año 1859, con las batallas de Magenta y Solferino, perdidas ambas por Austria. Su obra La campaña italiana del año 1859 contiene una serie de observaciones críticas muy severas al ejército austriaco, tras las cuales llegó a una conclusión relevante en cuanto a la dirección de una guerra: la necesidad de un solo mandatario y un solo consejero, es decir, un jefe del Estado Mayor, con el rey como mandatario único. Moltke se volcó, en adelante, en preparar a sus oficiales desde dicho concepto jerárquico de obediencia, el cual acabaría demostrando su aplastante eficacia.

Según el consenso general entre los historiadores, la clave del éxito militar de Moltke se debió a la introducción de dos nuevos elementos básicos en la estrategia bélica y que el propio Moltke utilizaría con profusión siete años más tarde contra Austria: la utilización de la red de ferrocarriles y del telégrafo para asegurar el adecuado movimiento y transporte de las tropas, junto con la introducción del fusil de aguja, que triplicó la velocidad del disparo de la carabina tradicional. Partidario de la concentración y despliegue de las tropas para conseguir el éxito en una campaña, Moltke elaboró un plan de movilización basado en la descentralización de los trabajos previos, que estarían a cargo de los altos mandos en las distintas comandancias generales.

El binomio perfecto: Bismarck-Moltke.

Con el ascenso al trono prusiano de Guillermo I, tras la muerte de Federico Guillermo IV, en el año 1861, se abrió la época de política más enérgica para Prusia y, por consiguiente, para el propio Moltke. El nuevo rey, apodado el rey-soldado ('soldateköning'), como jefe de los ejércitos, se impuso el objetivo de lograr la paridad política con la potencia que aún presidía la Confederación Germánica ('Deutscher Bund') y la primacía militar en territorio alemán, Austria. Moltke sintonizó con los objetivos propuestos por el nuevo monarca prusiano, ya que en su opinión sólo un mando militar conjunto fuerte, capitaneado por Prusia, podría hacer frente al enemigo común, Francia. Pero dicho objetivo pasaba necesariamente por una reconstrucción profunda de todo el ejército, terreno en el que chocó con el Parlamento, que se negó en redondo a tales proyectos. La crisis fue resuelta de un modo tajante y no exenta de un cierto autoritarismo por parte del rey, que tuvo el acierto de nombrar in extremis a un nuevo primer ministro, Otto von Bismarck, quien tuvo el valor y la osadía suficientes para imponer la reorganización del ejército por encima de la voluntad mayoritaria del Parlamento, justificando la medida como un derecho de la Corona y un asunto de interés de Estado.

Aunque personalmente Moltke no sentía simpatía alguna por Bismarck, debido a sus profundos ideales liberales, se puso enseguida a trabajar con él, codo con codo, en la elaboración de la futura Alemania unida con base preponderantemente prusiana. Bismarck, por su parte, consideraba a Moltke como un hombre comedido, cumplidor a ultranza con el deber, absolutamente leal, frío y de naturaleza extraña; es decir, el ejecutor perfecto de su obra política.

La guerra austro-prusiana: 1866.

Por fin, Moltke tuvo la oportunidad de demostrar sus amplios conocimientos militares en la campaña conjunta austro-prusiana contra Dinamarca en el año 1864, para conseguir la anexión de los ducados daneses de Schleswig y Holstein. Aunque en un primer momento su intervención fue muy limitada, cuando los generales en jefe fallaron de manera estrepitosa, con el peligro que eso conllevaba al alargar una guerra demasiado onerosa para ambos aliados germanos, Moltke fue enviado al frente como consejero para, en poco tiempo, mediante un ataque sorpresa combinado por tierra y mar, aplastar al ejército danés. A partir de ese momento, la jefatura del Alto Estado Mayor empezó a cobrar un mayor relieve en el ejército prusiano.

El reparto de los ducados entre los vencedores (Holstein para Austria y Schleswig para Prusia) se mostró, desde un primer momento, como una arreglo poco duradero y excesivamente frágil, en vista de la situación geográfica de ambos en el norte de Alemania, totalmente favorable para Prusia. Bismarck, siguiendo el dictado lógico de su política expansionista y de anexiones, propuso la invasión de Holstein y la adhesión de los dos ducados. Moltke, partidario de la medida, propuso, no obstante, una justa compensación para Austria, cediéndole otros territorios meridionales, como por ejemplo la Silesia; sin embargo, su propuesta no fue aceptada ni apoyada por casi nadie. El objetivo de Bismarck estaba muy claro: provocar a Austria con la anexión incondicional de los dos ducados y hacerla entrar en una guerra directa para la que Prusia estaba mucho mejor preparada. Así, el conflicto austro-prusiano se hizo inevitable, por lo que Moltke, independientemente de su opinión política y personal, fue el encargado directo de llevar a Prusia hacia la victoria.

Mientras que Austria concentró todo el grueso de sus tropas en los límites con Silesia, Moltke, fiel a su concepción moderna de aplicar el máximo de movilidad y coordinación a sus tropas, dispuso tres ejércitos por separado, desde tres ángulos diferentes, a los que mandó unirse en el mismo instante de la batalla, formando un despliegue de tropas que ocupaban una línea de casi 500 kilómetros, la cual coincidía con las estaciones terminales de los ferrocarriles prusianos en dirección a Sajonia y Bohemia. Gracias al lema de la campaña ("marchar por separado, combatir juntos"), la nueva estrategia de Moltke, basada en una combinación perfecta de lógica y técnica, dio resultado: la razón venció a la heroicidad de los ejércitos austriacos, el progreso a la tradición. Moltke fulminó al ejército austriaco sobre Viena y Olmütz. La victoria de Sadowa (Königgrätz) confirió a Moltke la autoridad que, en su opinión, correspondía al jefe del Alto Estado Mayor. Tras las negociaciones entabladas en Nikolsburg, que dieron como resultado la firma del armisticio del 2 de agosto, Moltke fue condecorado con la orden del Águila Negra y con una dotación honorífica de 200.000 táleros, lo que le permitió comprar la finca que siempre había deseado en Kreisau (Silesia), lugar que en adelante se convertiría en su refugio favorito.

La guerra franco-alemana de 1870/71.

Moltke concebía la guerra contra Francia como una cuestión nacional de máximo interés, una pugna por el liderazgo en el continente europeo que debería acabar con todas las fuerzas de uno de los dos contendientes. Pero dicho enfrentamiento no se produjo inmediatamente, como hubiera deseado el propio Moltke, limitándose a preparar planes metódicos y claros de concentración y despliegue, esperando el momento preciso, mientras que los titubeos y equilibrios diplomáticos desplegados por Otto von Bismarck le desesperaban.

Ese momento decisivo llegó gracias a un simple incidente diplomático en Bad Ems, entre el rey Guillermo I y el embajador francés, el conde Vincent Benedetti. La exigencia francesa de renuncia expresa y definitiva por parte de Prusia a la candidatura de Leopoldo de Hohenzollern-Sigmaringen u otro miembro de la familia prusiana al trono español vacante, fue rápidamente aprovechada por Otto von Bismarck, quien se apresuró a obligar a Francia a declarar la guerra a Prusia, el 19 de julio del año 1870.

Moltke, sin pérdida de tiempo alguno, tomó la iniciativa y movilizó a todos los contingentes disponibles (tres ejércitos alemanes), que penetraron en Francia desde diferentes puntos, hasta converger en la ciudad de Metz, donde fue cercado gran parte del ejército francés. El resto de las tropas francesas, en su pretensión de liberar al ejército de Metz, fue empujado por Moltke hacia Sedán, donde fue aplastado irremisiblemente por Moltke, incluido el propio emperador francés, Napoleón III, el 2 de septiembre de 1870. Dos días más tarde, la recién creada Segunda República francesa, bajo el liderato de Julen Favre y León Gambetta, continuaron la guerra por medio de una "leveé en masse", emulando los gloriosos tiempos de la Revolución Francesa. Moltke asedió con todos sus efectivos la capital francesa, con lo que la guerra entró en una tesitura que no gustó nada a Bismarck, quien se inclinaba por un bombardeo masivo para acabar cuanto antes con la resistencia francesa. Moltke, por el contrario, consideraba más acertado el forzar la claudicación total del enemigo por hambre, alegando la escasez de municiones de las tropas alemanas, circunstancia ésta, por otra parte, que no era cierta. Finalmente, el rey tuvo que mediar en la disputa, decidiéndose por las tesis de Bismarck. Moltke, injuriado por lo que él consideraba como una gran injerencia en sus asuntos, presentó la dimisión al monarca, la cual no fue tenida en cuenta. París acabó por rendirse, agotada tanto por el bombardeo como por el hambre. El 26 de enero del año 1871 se firmó el armisticio que desembocó en la firma de una paz preliminar con el primer ministro francés, Adolphe Thiers, en la ciudad palaciega de Versalles, ratificado más tarde el 10 de mayo con la firma de la paz de Frankfurt. Antes de eso, el 18 de enero, tuvo lugar, en la Sala de los Espejos de Versalles, la proclamación de Guillermo I como emperador del nuevo Estado de la Alemania unificada, que acabó con los particularismos germanos hasta entonces existentes. Moltke, al igual que Bismarck, fue elevado a la categoría de héroe nacional.

Los éxitos militares de Moltke, incuestionables ya por todos, le valieron el ingreso en la Cámara Alta alemana (Reichstag) como diputado conservador-liberal (1867), y los nombramientos de mariscal de campo (1871) y miembro vitalicio de la Cámara Alta (1872). El Alto Estado Mayor, al que seguía dirigiendo, se convirtió en la escuela superior del arte militar asesorado por Moltke, teniendo como libro de texto toda la documentación reunida, día a día, durante la campaña contra Francia.

Los últimos años.

A partir del año 1881, y debido a su avanzada edad, le fue asignado un ayudante, el conde Waldersee, lo que le permitió retirarse a su finca de Kreisau durante largas temporadas, lo cual no le impidió seguir asistiendo con regularidad a las reuniones del Senado alemán.

Al morir Guillermo I, en el año 1888, y tres meses más tarde su sucesor, Federico III, Moltke solicitó su retiro al nuevo emperador, Guillermo II, con estas palabras: "Me veo obligado a comunicar a S.M. que, debido a mi avanzada edad, ya no soy capaz de montar a caballo. S.M. necesita fuerzas más jóvenes, ya que no puede seguir siéndole útil un jefe militar incapacitado para la campaña". Guillermo II fue incapaz de pasar por alto el razonamiento tan aplastante y profesional de su mejor soldado, aceptando los deseos de Moltke.

El gran cariño que le profesó Berlín se demostró el día de su 90 cumpleaños, el 26 de octubre del año 1890, en el que toda la ciudad le felicitó con desfiles, coros y júbilo popular unánime. Seis meses más tarde, Helmuth Moltke, también apodado "El Viejo", moría tranquilamente en su casa de Kreisau, después de su habitual partida de whist con sus amigos íntimos, el 24 de abril del año 1891. Siempre fiel a sí mismo, incluso en su propio lecho de muerte, desapareció silenciosamente tal y como había vivido y actuado a lo largo de su larga vida.

Todos sus estudios sobre estrategia fueron recogidos y publicados, al año siguiente de su muerte, bajo el título de Obras militares (Militärische Werke), que consta de 15 volúmenes.

Bibliografía.

  • AYOOBERRY, Pierre. La unidad alemana (1800-1871). (Barcelona: Ed. Oikos-Tau, 1988).

  • BLACKBOURN, David. The pecularities of German history: bourgeois, society and politics in nineteenth-century. (Oxford: Ed. Oxford University Press, 1992).

  • DROZ, Jacques. Historia de Alemania: la formación de la unidad alemana, 1789-1871. (Barcelona: Ed. Vicens Vives, 1973).

  • FULLER, J. E. C. Batallas decisivas del mundo occidental y su influencia en la historia. 3 volúmenes. (Madrid: Ed. Ediciones Ejército, 1977).

  • MOLTKE, Helmuth Karl Bernard. La guerra franco-prusiana (1870-1871). (Madrid: Ed. Compañía de Impresores y Libreros, 1891).

  • PFLANZE, Otto. Bismarck and the development of Germany. 3 volúmenes. (Princeton: Ed. Princeton University Press, 1990).

  • ROTH, François. La guerre de 1870. (París: Ed. Fayard, 1990).

Autor

  • Carlos Herráiz García.